Asturies se encuentra a la cabeza entre los universitarios de Grado que obtuvieron beca en su primer año en el curso 2020-2021 pero la perdieron en el siguiente. El Principado repite puesto en un podio que ya lideró en el curso 2019-2020, aunque supera esta tasa en 5,5 puntos porcentuales, pasando del 35,9 al 41,4, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Universidades.
El crecimiento interanual no se trata de una anomalía. Obedece a la media del conjunto del Estado, donde la tasa se sitúa en un 33,2 % tras haber crecido 5,4 puntos respecto al año anterior. Es decir, 1 de cada 3 becados españoles de nuevo ingreso deja de serlo un año después. Este aumento se ha dado en todas las autonomías españolas salvo en Cataluña, donde decrece un 0,1.
En lo que respecta al crecimiento interanual, la tasa asturiana está en línea con la media nacional, encabezada por Extremadura, con un 12,5 %. Las Islas Canarias son el territorio en el que menos universitarios pierden la beca en su segundo año de carrera, un 28,5.

¿A qué se debe este fenómeno? ¿Por qué una alumna que obtiene una beca básica para su primer año de universidad deja de poder disfrutarla al siguiente año?
Las becas de carácter general, a menudo conocidas como “becas MEC” —por las siglas del extinto Ministerio de Educación y Cultura—, son las principales ayudas al estudio conducentes a la obtención del Grado universitario. Las convocatorias estatales de becas aglutinan el 68,2 % de los beneficiarios y el 84,7 % del importe concedido. Las Comunidades Autónomas, por su parte, tienen un 17,6 % de beneficiarios y un 6,8 % del importe.
En este tipo de ayudas se valoran dos elementos: el rendimiento académico y la situación económica. La concesión de la beca está sujeta a la superación de determinados objetivos académicos en el curso anterior y estar por debajo de los umbrales de renta que establecen las bases de la convocatoria. Así que, ¿qué falla? ¿La primera o la segunda? Como parece evidente, dos de cada cinco estudiantes no atraviesan una mejoría súbita de sus condiciones económicas familiares. El problema suele estar en los casos en los que no se cumple con los criterios académicos.
De acuerdo con la normativa estatal, una alumna ha debido superar un tipo de objetivo u otro en función de si es su primer año o no. La razón es simple: en primero de carrera, los resultados del curso anterior serán los de la prueba de acceso a la Universidad, la EBAU. Para obtener una beca en primero de carrera es necesario tener un 5 o más en la selectividad.
A partir de ese primer curso, la cosa cambia. Las bases de la beca ministerial exigen aprobar un porcentaje mínimo de créditos que varía en función de la rama a la que pertenezcan los estudios. La horquilla es amplia y va desde un 65 % para los estudios de ingeniería y arquitectura hasta el 90 % de las titulaciones de ciencias sociales, jurídicas y humanidades. Estos porcentajes fueron aumentados durante el primer gobierno de Mariano Rajoy.
Cada asignatura equivale a un número de créditos, cada año equivale a 60 créditos. En la Universidad de Oviedo, la única universidad pública de Asturies, es normal encontrar asignaturas que valen 6 créditos. Así las cosas, un estudiante de Ingeniería Mecánica podrá suspender un máximo de tres asignaturas de las diez que conforman cada curso completo, mientras que otra persona que curse estudiante de Derecho solo podrá suspender una asignatura.
Una cuestión de clase
Esto tiene un efecto pernicioso cuando observamos a dos estudiantes con exactamente los mismos resultados académicos pero distintas circunstancias económicas. Alguien con una extracción de clase más pudiente se podría permitir continuar unos estudios pese a suspender dos asignaturas, mientras que a otra persona con menos posibilidades se le niega una beca, lo que podría llegar a significar su exclusión del sistema universitario.
Una estudiante de Lengua Española y sus Literaturas en la Universidad de Oviedo comparte su caso: llegó a la carrera con una nota de excelencia en la EBAU y se le concedió la beca que sufraga el precio de la matrícula. Ese primer año aprobó ocho de las diez asignaturas, por lo que, pese a cumplir con los umbrales económicos, no se le concedió la ayuda en su segundo curso.
Desde el Vicerrectorado de Estudiantes de la Universidad de Oviedo asumen esta situación y señalan que la Universidad “tiene becas propias” y que estas han sido “notablemente incrementadas” en los últimos años, con el fin de llegar “a los más vulnerables”.
Los datos del Ministerio confirman otros extremos: que la población becada se matriculó menos en segundas o sucesivas matrículas (un 2,9 % frente a un 15,8 % de las personas no becadas); o que las personas becadas abandonan menos los estudios universitarios que las que no reciben beca, un 6,5 % contra un 13,7 % respectivamente.