Un San Mateo sin identidad, diversidad ni ambición

La capital asturiana necesita como el respirar gestores que se crean su capitalidad: a día de hoy no los tiene.

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

San Mateo se ha convertido en un “no lugar”. Ese era el plan y ese podría ser el resumen de lo que nos ha dejado el tercer año de modelo festivo de Alfredo Canteli. Terrazas y casetas de hostelería, música de radiofórmula, orquestas en el Bombé y conciertos de pago en La Ería. Esos tres han sido los grandes ejes de una oferta festiva uniforme y monótona, sin más novedades que el regreso del Oviedo Rock a Feijoo, una raquítica programación de “otras músicas” en el Paragües y libertad para que las casetas pudieran por fin pinchar su propia música y no solo el hilo musical del Ayuntamiento.

San Mateo ha tenido ganadores, los hosteleros con casetas en el Bombé, y perdedores, los del Oviedo Antiguo, otro año más a medio gas. Ha dejado a las asociaciones y colectivos fuera de las fiestas de su ciudad, con la excepción de la pequeña “reserva india” de la Plaza de la Catedral, sometida a una estricta vigilancia que ha dejado episodios tan delirantes como la petición de retirada de unas camisetas alusivas al alcalde y el presidente de OTEA, o el intento de censura de un monologuista.

El San Mateo de Canteli y Covadonga Díaz se ha diseñado pensando en un solo tipo de público, preferentemente acomodado, y con un gusto musical y estético muy concreto. Una fiesta unidimensional a la que no todos los ovetenses y asturianos estaban invitados. Algo que no pasó ni con Gabino de Lorenzo, ni con Caunedo ni con el tripartito. Poca oferta gratuita y ni rastro de la diversidad y pluralidad musical, sociológica y festiva de otros tiempos en los que los chiringuitos, la Noche Reggae y Arturo Fernández podían convivir en el mismo pack. Ni rastro tampoco de ambición alguna por hacer grandes las fiestas de Oviedo. Pocos motivos para venir desde fuera. Cuesta creer que un día Lou Reed o Iggy Pop pasaron por aquí.

La capital asturiana necesita como el respirar gestores que se crean su capitalidad. Que se sacudan el conformismo y aspiren a algo más. A día de hoy no los tiene.

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