Eso es la Unión Europea, amigo:

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Adrián Arias
Adrián Arias
Adrián Arias (Xixón, 1988). Abogado. Activista vecinal. Ha sido Presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales en Xixón (2016-2020) y en la actualidad es asesor de la Delegación de IU-GUE/NGL en el Parlamento Europeo.

No es que la UE se haya caracterizado nunca por su eficacia, exceptuando, claro está, en la imposición, con puño de hierro, de recortes y memorandos. Pero en esta emergencia en concreto está demostrando ser un ente burocrático, lento y poco coordinado.

No deja de ser sorprendente la cantidad de burócratas y fieles de la doctrina de la austeridad que en estos días se convierten al keynesianismo militante. Unos modernos Sanpablos caídos de su montura financiera, que proclaman a los cuatro vientos que es el momento de la intervención pública, de estimular la economía y de que los Estados se impliquen en las hasta ahora intransitables sendas de la aritmética macroeconómica.

Pero tampoco deja de ser muy ingenuo pensar que una estructura tan bien engrasada para la libre circulación de capitales y mercancías como es la UE, con el pánzer económico alemán preparado para el asedio de las economías del Sur, vaya a flaquear en estos momentos. A quienes auguran la muerte de la austeridad no podría más que dedicarles la famosa cita: “Les gens que vous tuez se portent assez bien” (“Las personas que usted mata gozan de buena salud”).

“No deja de ser sorprendente la cantidad de burócratas y fieles de la doctrina de la austeridad que en estos días se convierten al keynesianismo militante”

La división Norte – Sur es el esquema clave para entender las tensiones y frenos que las instituciones europeas están poniendo al paquete económico que podría salir de Bruselas para intervenir las economías nacionales. Un esquema heredado ya de la crisis de 2008 y podríamos decir que de la propia configuración del Tratado de Maastricht, que ahora se impone con mucha más sutileza que las medidas injustas y extremas impuestas a Portugal, España o Grecia en el anterior periodo, pero que bloquea cualquier iniciativa encaminada a la puesta en marcha de un Plan de Reconstrucción europeo, tal y como están pidiendo varios gobiernos como el italiano o el español, para hacer frente a las consecuencias de la pandemia.

La realidad es que las economías del Norte de Europa se blindan conforme a sus intereses frente a una crisis global sobrevenida por el coronavirus, pero que de no evitarse volverá a lastrar con mayor fuerza a las sociedades del Sur. Unas economías de periferia que ya han sido neutralizadas previamente con la terciarización de su tejido productivo, con las sucesivas reconversiones y deslocalizaciones industriales, y con el recuerdo tatuado de las políticas de austeridad que sufrieron durante más de una década sus clases populares.

El debate ahora se centra en dos iniciativas. La primera es la emisión o no de los llamados Coronabonos, que no son otra cosa que emisiones coordinadas de paquetes de deuda, es decir, que todas las economías de la UE conjuntamente manden un mensaje claro a los especuladores financieros: si venís a por nuestras primas de riesgo, tendrá consecuencias. Mutualizar deuda se ha venido a llamar también. Esta iniciativa aterra a los países del Norte y a potencias como Alemania o Países Bajos, que ya han aceptado que por primera vez en la historia se pueda activar la cláusula de escape del Pacto de Estabilidad y Crecimiento -la herramienta de control del déficit que impone a los Estados límites e incluso sanciones si superan los umbrales en su gasto público – pero que no están por la labor de romper con su hegemonía sobre la periferia europea.

Y por otro lado se valora qué mecanismos utilizar para inyectar liquidez en las maltrechas economías post-coronavirus. La ortodoxia germano-holandesa apuesta por utilizar el MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) sin condicionalidades, es decir, sin que ese préstamo de dinero implique un memorándum que, cómo bien sabemos, es sinónimo de recortes. Pero a sabiendas de que el MEDE es insuficiente, incorporarán condiciones a otros mecanismos de ayudas que tanto Italia como España van a necesitar. Lo que se conoce como no dar puntada sin hilo. En el extremo opuesto parecen situarse con claridad Italia, Portugal y más tímidamente España, que además de la respuesta rápida mediante el MEDE, quieren que la Comisión despliegue todo su arsenal económico coordinando a todas las herramientas económicas en un Plan de Reconstrucción europeo. Como casi todo en la UE, en el punto intermedio encontraran el acuerdo. Aunque ya se conoce el dicho popular: reunión de pastores, ovejas muertas, y sí, nosotras somos las ovejas en este cuento.

“A quienes auguran la muerte de la austeridad no podría más que dedicarles la famosa cita: “Las personas que usted mata gozan de buena salud”

Con Coronabonos o sin ellos. Con MEDE condicional o mediopensionista. Lo que realmente nos jugamos en este debate europeo es que, nuevamente, los Estados del Sur de Europa se vean obligados a aceptar condiciones draconianas a cambio de recibir fondos de liquidez y financiación europea para apoyar a sus economías nacionales. La realpolitik europea no está interesada en ver caer las economías de los Estados, pero busca en esta crisis una nueva herramienta de control a la poca soberanía económica real que mantenemos los países. Eso es la Unión Europea, amigo. Y esto es contra lo que nos va a tocar seguir luchando, cuando logremos acabar con el coronavirus.

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