“Necesitamos una legislación valiente que construya anticuerpos democráticos en las redes”

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

“Chavista, pagado por Evo Morales y amiguete de Errejón”. Así define el medio ultraderechista Libertad Digital a Iago Moreno (Ourense, 1998). Sociólogo y colaborador en distintos medios comunicación, tuitero feroz, buen conocedor de las redes derechistas, ha sufrido en carne propia la ira de la derecha extrema, acoso y amenazas de muerte incluidas. Está convencido de que junto a fenómenos más o menos espontáneos hay una estrategia en marcha, bien planificada, para derribar al Gobierno y que las redes, los bulos y las fake news juegan un papel clave en ella.

¿A qué se dedica la extrema derecha en las redes?

Lo que desde la izquierda se califica como “extrema derecha” es un espacio tan diverso y heterogéneo como todo nuestro bloque del cambio. Hay diferencias de poder, distancias políticas y profundas fallas sociales y culturales. En lo digital también, no son necesariamente los actores más visibiles o institucionalmente poderosos los que más poder de agitación y desinfirmación tienen.

¿Cuáles son esas tendencias?

Por un lado está claro que la reacción cultural contra el “bloque del cambio”, el independentismo y el feminismo que eclosionó entre 2017 y 2018. A la derecha le han salido branquias digitales, porque ha evolucionado mucho más rápido que cuando estaba reprimida en la era Rajoy. Las cosas han cambiado muy rapido. Sin ir mas lejos, en 2017 VOX publicó una encuesta de forocoches en la que le daban como primera fuerza. Por entonces muchos entonces se rieron, porque entendían ese espacio virtual como algo cenagoso y marginal, nadie veía plausible que VOX pudiese ser un actor de primera plana y menos que pudiese arrasar en las redes. Sin embargo, este último año VOX ha tenido tantos seguidores en Instagram como todo el resto de partidos juntos, por ejemplo. Alrededor de la derecha ha nacido una enorme comunidad youtuber de “influencers” ultraliberales, han surgido grandes tribus digitales expertas en desesperar periodistas y acosar a activistas. Todo esto hace que más gente sea implicada, movilizada, interpelada o incluso entusiasmada por las ideas de la derecha y la participación política en las redes.

El youtuber “Un tío blanco hetero” presenta el rechazo al feminismo con un acto de rebeldía política.

Pero no todo es espontaneidad

Si. Hay una dimensión menos sociológica, más política, que tiene que ver con el entramado más poderoso de grandes donantes, poderes políticos que se mueven en las sombras y sus respectivos patrocinios mediáticos. Esto es lo que señala Julián Macías, que es un experto en investigación digital y está mucho más facultado que yo para explicar esta “segunda cara”. Hablamos de una enorme red de desinformación que se dedica a automatizar los impulsos de difusión de consignas, llamadas a la acción, bulos y ciber-linchamientos en la esfera de la derecha. Una red que se apoya en miles y miles de Bots (perfiles falsos automatizados) que difunden siempre a un grupo de personas que no comparten siglas sino un fin más ambicioso: buscar la forma de dar un golpe blando contra el gobierno de Sánchez y asegurarse de que no queda margen para la reconstrucción del bloque progresista. Macías explica, por ejemplo, cómo el bulo sobre la prohibición de las banderas en los balcones y el del falso “apuñalamiento” en Moratalaz han sido articulado por la misma red. Si esto es cierto, que VOX venga y tuitee al final que los jóvenes de Alcorcón que se enfrentaron a la ultraderecha son “menas” que actúan como la “guardia mora” de Sanchez se vuelve sólo la guinda final. Una cortina de humo para enfadarnos a nosotros y que nos centremos en eso para no ver que lo importante es lo que hay antes. Esa estructura de difusión y desinformación que cambia las agendas mediáticas y los patrones de discusión digital a la vez que vuelve más insegura la vida de cientos de activistas, periodistas y militantes.

¿Cómo se puede combatir esta política de bulos?

Los rumores siempre han existido, poniéndonos antropológicos podríamos decir que no los vamos a eliminar nunca de nuestras vidas porque son un gran catalizador de los miedos, los odios y las frustraciones de todo el mundo. El problema es cuando los “bulos” no surgen de esos sentimientos ya arraigados sino de la desinformación organizada. Es decir, cuando los bulos se vuelven la munición de grandes estructuras políticas que los fabrican en serie con motivaciones antidemocráticas. Frente a esto, hace falta una legislación valiente que construya anticuerpos democráticos en las redes sociales. Esa es la única manera para dejar de estar “desprotegidos” ante la desinformación o la manipulación virtual: construir el sistema inmunológico que la democracia no tiene, al menos en la esfera digital. Esta lucha hay que tomarsela muy en serio. Y aquí si me preocupan algunas cosas. Me parece que si se presenta como una “herramienta contra el avance de la extrema derecha” va a ser señalado por los propios golpistas como un intento de camuflar un aparato censor. Esa no es la cuestión. La cuestión es demasiado seria como para que se formule así, como si fuera una cuestión de parte. Esto es un tema serio. Principalmente porque en las redes sociales no sólo se mide el poder que tienen unos grupos políticos u otros, sino que también es el escenario de grandes fraudes y estafas, miles de ciber-delitos y la organización digital de mafias, sectas y grupos pro-terroristas (el “ciber-califato”, como se le llama). Todas estas realidades nos obligan, como país, a tomarnos en serio el futuro de la red.

Una de las publicaciones de “El Club de los Viernes”

¿Cómo ves la competición entre VOX y el PP? ¿Le conviene al PP radicalizar su discurso como está haciendo?

A mi nunca me ha parecido que esto vaya de siglas. Creo que llevamos demasiado tiempo enfangados hasta la cintura dentro de la la lógica de partidos y la competición electoral. Bueno, y me confieso como cómplice, pero creo que necesitemos pensar más en el entramado de poder que en las siglas. Detrás de ese espectáculo televisivo que consume la mayor parte de los titulares y sobre el que se concentran nuestros debates hay más política, mucha más. Incluyendo la política del “partido del orden”. La política que se ejerce desde lugares que no están casi nunca sometidos a un escrutinio público o bajo el foco de la prensa, pero que tiene un poder implacable. Fundamentalmente porque es una guerra que no se retransmite por twitter y sus lógicas del escándalo y la farándula, sino que tiene lugar en instancias más importante. Es una política marcada por guerras de facciones que tienen mucho poder a través de la administración del Estado, a través de los medios de comunicación y que implican hasta el episcopado, que pese a Bergoglio sigue dando mucha guerra. Si la apuesta de Sánchez es débil y tambaleante, y estos sectores consiguen converger en una apuesta por el golpe blando, la situación se volverá irrespirable. Tienen todas las piezas para jugar esa partida, lo que están viendo es si es el momento.

La campaña de Alvise Pérez contra el Gobierno.

¿Qué debería aprender la izquierda de las derechas en el uso de las redes?

Poco, bastante poco. Creo que la batalla fundamental está en recuperar algo que hemos perdido nosotros mismos. Lo que se nos ha quedado por el camino. Esa creatividad que hoy mueve ala derecha a crear mil iniciativas digitales, desde servers de videojuegos a redes de canales de youtube…. es la creatividad que hemos perdido durante estos últimos años nosotros. Todo va por oleadas, pero cuando el viento sopla en tu contra te tienes que mover igual, y ahora toca remar. Alvise Pérez, que es muy astuto, lo dijo el otro día al desplegar una lona roja gigante con la cara de Sanchez mientras sonaba “Bella Ciao”: “Sus espacios. Sus himnos. Sus símbolos. Sus términos. Sus marcos y relatos. Y cuando logremos apropiarnos de todo ello, usarlo contra ellos mismos. Así se gana la guerra informativa. Así se vence en la batalla cultural”. Eso dijo, y lo hizo porque la derecha sabe que este no es su lugar.

Pedro Sánchez presentado como el nuevo “Gran Hermano”.

¿Cómo retoma la izquierda la iniciativa?

Para retomar la iniciativa vamos a necesitar “volver mejores”. No sé, que suban Los Chikos del Maiz a tocar una azotea como hacían Los Beatles en vez de que vuelva el Tramabús, lo que sea, pero mejores. Hay que buscar la forma de precipitar nuevas formas de movilización social y organización política de base, hay que hacer mucha pedagogía sobre lo que está pasando en las redes, hay que construir medios alternativos contra la desinformación y redes de apoyo mutuo para los días que vienen. Y siempre pensando que un día de estos se puede pegar un golpe contra Sánchez desde Ferraz y venir un invierno donde eso hará mas falta que nunca. Ahí lo bueno será lo que consiga tener resultados concretos, no lo que gane mas likes. Es decir, será bueno lo que consiga estimular a la gente a crear, a reflexionar, a participar, a sentirse orgullosa de sus ideas y a tener más fuerza para defenderlas en el día a día, en la calle y en las redes.

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