Así será la primera cooperativa asturiana de “cohousing”

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Javier Fernández
Javier Fernández
Periodista y especialista en social media. Ha trabajado en diferentes medios escritos y audiovisuales asturianos.

“Cuando escuché hablar de Axuntase por primera vez, me vinieron a la cabeza las historias que contaba mi abuela sobre su infancia en un pequeño pueblo asturiano a principios del siglo pasado. Todo el mundo tenía carencias y el apoyo de la comunidad era fundamental”. En un mundo que tiende a ser cada vez más individualista, crecen aquellos proyectos de vivienda que buscan una forma diferente de vivir. Iniciativas que buscan recuperar las relaciones con nuestros vecinos de puerta, que en muchos casos han pasado a ser desconocidos. Esa apuesta por el colectivo es uno de los aspectos de las viviendas colaborativas que más gustan a Moisés García, experto en comunicación de 38 años que está valorando sumarse al cohousing Axuntase.

Visita de miembros de la cooperativa a los terrenos donde se construirán las viviendas.


“La idea del apoyo mutuo y la solidaridad nos gusta mucho a mi mujer y a mí”, cuenta al tiempo que explica que esa es una de las razones que le han llevado a interesarse por el complejo que Axuntase, el primero de estas características de Asturias. Un proyecto de viviendas colaborativas que se levantará en Caraviés, en el concejo de Llanera. Tal y como se describe en los estatutos de la cooperativa, en las instalaciones –hechas a medida debido al proceso colaborativo que ha definido las características del edificio- vivirá una “comunidad intencional de personas para convivir de forma autogestionada”.

Infografía del exterior de las viviendas.


Y aunque este tipo de proyectos suelen tener un enfoque senior en otras regiones de España, en Asturias también son bienvenidos los jóvenes y las familias. “Nos atrae mucho la intergeneracionalidad, personas de todas las edades aprendiendo unos de otros y dándonos apoyo mutuo”, explica Moisés García.


Si finalmente se decide a dar el paso, vivirá en un complejo de viviendas colaborativas que se levantará en una finca de 11.000 metros cuadrados. Contará con 36 viviendas privadas y supondrá la inversión de unos 3,6 millones de euros. El espacio contará también con una serie de espacios diseñados con el objetivo de fomentar la vida en comunidad. “Hemos planificado un complejo en el que tienen mucho peso los lugares comunes pero en el que cada familia será también autónoma y tendrá sus zonas privadas”, indica Nacho Cabal, uno de los especialistas de F5 WAP, el estudio que se ha encargado del proyecto arquitectónico.

Una de las reuniones de la cooperativa para diseñar el proyecto.


“Contamos con más de 200 personas interesadas en nuestra iniciativa”, añade María Asunción Rodríguez Lasa, presidenta de una cooperativa que junto con Nieves Fernández y otras compañeras empezaron esta andadura hace ya casi 6 años. El proyecto ya ha recibido el visto bueno de las administraciones esperan mudarse a su complejo de cohousing en 2022. Hasta entonces se celebran todo tipo de actividades, como talleres o visitas turísticas por Asturias, para preparar a todo el grupo para la futura convivencia.

La Borda, en el barrio de Sants, Barcelona, uno de los proyectos de referencia en las cooperativas de vivienda.


Una serie de actividades que permiten que quienes apuestan por una forma diferente de vivir se vayan conociendo y estrechen vínculos. Su elección, además, va mucho más allá del apoyo mutuo y la comunidad. Tiene un componente de rebelión contra un sistema que genera casas sin gente y gente si casa. Porque la cooperativa se ha decidido por el derecho de uso, una fórmula que no es demasiado conocida en España pero con muy arraigada en otros países. Con este modelo, los cooperativistas pueden utilizar indefinidamente en el complejo. Disfrutarlo y desarrollarse en él. Y también aquellos a quienes quieran legárselo en su testamento. Se trata de un derecho hereditario.

Infografía del interior de una de las viviendas.


Pero eso no significa que no sea posible una salida. La persona que decida abandonar el proyecto podrá recuperar su aportación al Capital Social y el espacio que ocupaba pasará a disposición de Axuntase. De esta forma el inmueble no se incorpora al libre mercado, donde se especularía con el precio. Se buscaría una nueva familia que quiera participar en la vida en comunidad.

El proyecto pretende juntar a personas de diferentes generaciones.


“Nuestra llegada a Llanera también será una buena noticia para la economía local”, comentan las pioneras, que detallan otro de los puntos clave de la filosofía del proyecto. Además de construir un edificio sostenible y medir el impacto del medio ambiente de todas sus acciones, las personas que forman Axuntase están también comprometidas con las compras de proximidad. Por eso realizarán todas las que sean posibles en los negocios de la zona. Una demostración más del firme compromiso con el apoyo a sus vecinos y vecinas del primer cohousing de Asturias. Una iniciativa que ya se prepara para la mudanza que llevará a 36 familias a una nueva vida en común, alejada del mercado inmobiliario y en un espacio intergeneracional y sostenible. 

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