“Vamos a facilitar la venta directa de los pequeños productores”

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Diego Díaz Alonso
Diego Díaz Alonso
Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes.

Cultura y medio rural son probablemente las dos grandes pasiones en la vida privada y política de Alejandro Calvo (Cangas del Narcea, 1975). Relacionada con la primero fue gestor de RECREA y Viceconsejero de Cultura. En relación a la segunda ha ocupado distintos cargos en la administración regional hasta convertirse el año pasado en Consejero de Desarrollo Rural, Agroganadería y Pesca. Procede de una familia campesina y sindicalista, su padre José Calvo fue fundador y dirigente de la Unión Campesina de Asturias, y trabajó en el mundo del vino antes de dedicarse a la política. Es ingeniero agrónomo, enólogo, fiel seguidor de Rockdelux hasta su reciente desaparición, y según su propia confesión, “moderno de pueblo”. Hablamos del futuro de los productos y los productores del medio rural asturiano.

Todo el mundo habla de desarrollo rural sostenible y apoyo al pequeño campesinado, pero la Casa de Alba recibe cada año casi un millón de euros de los fondos de la Política Agraria Común que le tocan a España

La PAC es fundamental para el campo. Es imposible sacar rentabilidad a las explotaciones agroganaderas sin ayudas europeas, otra cosa es que efectivamente deba haber cambios en el reparto de los fondos. En los años 80 y 90 el modelo de la PAC no era distinto al de cualquier sector industrial: priorizar la producción. El que más producía más subvenciones recibía. Este modelo extensivo benefició a los grandes propietarios. Reformar cualquier política europea es difícil porque hay muchas inercias que cuesta corregir, pero la nueva PAC introduce techos a las ayudas y tiene más en cuenta otros factores medioambientales, de desarrollo sostenible, conservación del medio rural o gestión de residuos. Todo eso va a favorecer la posición de Asturias por el tipo de territorio, agricultura y ganadería que tenemos.

¿Cómo están los productos de Asturias posicionados a día de hoy en el mercado nacional?

El sector agroalimentario ya supone el 20% del PIB asturiano y esa tendencia va a ir en aumento en los próximos años. Asturias está muy bien posicionada a nivel nacional con grandes empresas como CAPSA, que es la cuarta empresa alimentaria de España, o “Ternera de Asturias”, que tiene 6.000 ganaderías y es una referencia nacional del vacuno. Tenemos una enorme variedad de quesos y un turismo que nos visita entre otras cosas para consumir productos de aquí. En ese sentido la marca Alimentos del Paraíso es una herramienta para asociar la imagen de Asturias a la producción agroalimentaria de calidad. Nuestro objetivo ahora es ampliar esa marca a más producciones, desde grandes a pequeños productores ecológicos. Queremos también que las aguas de manantial y las cervezas artesanas se incluyan próximamente. El confinamiento y la pandemia han puesto de relieve la importancia de la soberanía alimentaria y de tener un campo fuerte.

Alejandro Calvo, consejero de Medio Rural. FOTO: Iván G. Fernández

Apostamos por la producción de calidad, pero en los colegios públicos desaparecen las cocinas y los niños se alimentan con servicios de catering

Cuando hablamos de alimentación hablamos de salud. Hay un trabajo importante que hacer, también a nivel pedagógico, que debería empezar en los colegios, para que los niños conozcan la importancia del campo y de donde viene lo que comen. Con la crisis el criterio económico se impuso sobre otros, y no se quiso sobrecargar los costes de los servicios, pero hay que lograr que en los colegios se consuma cada vez más producción local.

Los pequeños productores locales se quejan de las dificultades para la venta directa. ¿Hay planes para solucionar esa problemática?

Sabemos que los mercados locales son esenciales para muchos pequeños productores locales, así que vamos a facilitarlos, como pasa en Francia donde hay muchos mercados exclusivamente de producto de cercanías. El proyecto es abrir un registro de productores que hacen venta directa. Sería un trámite muy sencillo, tanto para quienes venden producto sin elaborar, como para los que lo hacen con una primera elaboración, es decir, embutidos, quesos, mermeladas… Estamos trabajando con consumo en ello. La idea es que hagan una declaración responsable, puedan vendar directamente, y los ayuntamientos tengan facilidades para organizar los mercados.

¿Tiene futuro el vino asturiano?

Lo conozco bien, porque vengo del suroccidente, en casa tenemos viña, y mi primer trabajo fue precisamente como técnico, relacionado con el mundo del vino. El vino es ya un elemento económico en el sector agroalimentario asturiano, pero aún tiene que dar el salto y crecer mucho más, porque todavía está muy poco profesionalizado. Un referente para el vino asturiano es el Bierzo, que ha creado a partir del modelo de Borgoña una denominación de origen muy especial, que distingue entre diferentes categorías dentro de la misma denominación. Sería muy importante para Asturias porque el vino moldea una cultura y un paisaje que son muy interesantes.

¿Es ese el camino para la sidra?

El año pasado se vendieron casi 5 millones de botellas de sidra asturiana con denominación de origen, pero el potencial de crecimiento de la sidra sigue siendo enorme. Hace falta en todo caso encontrar nuevos consumidores.

Siempre se repiten las mismas quejas y lamentos sobre la importación de manzana de fuera de Asturies. ¿Tan difícil sería lograr una sidra hecha 100% con manzana asturiana?

El precio uniforme de la botella pone difíciles las cosas. El desarrollo del sector sidrero pasa por diferentes calidades y precios en las botellas de sidra. Lo mismo que pasa con el vino o con la cerveza. Habrá llagares que quieran competir en precio y otros en calidad. A día de hoy no hay suficiente manzana asturiana para abastecer a todos los llagares, pero con una línea de sidra de más calidad y más cara, que también pagase más por la manzana, habría también un incentivo para producir más manzana en Asturias.

Imagen publicitaria de la marca “Alimentos del Paraíso”.

¿Qué hacemos con la Asturies vaciada?

A los que nacimos en el mundo rural de los años 70 se nos educó para olvidar el campo y abrazar los modelos de vida urbanos. Ahora tenemos el problema de espacios que se están quedando totalmente vacíos, con el enorme problema territorial y medioambiental que eso supone. Lo hemos visto con los incendios. La apuesta por el campo debe ser una de los ejes en el proceso de reconstrucción que viene después de la crisis del Covid19. En el medio rural hay una calidad de vida alta, que puede ser un atractivo para quedarse a vivir o irse a vivir al pueblo. Hay mucha gente en los pueblos con ganas de innovar y hacer cosas nuevas. Entre las tareas que tenemos pendientes están gestionar mejor los enormes recursos forestales que tiene Asturias y facilitar mejor el relevo en las explotaciones campesinas. Tenemos que tomarnos el cierre de una explotación rural con la misma seriedad que nos tomamos el cierre de una empresa, y buscar el relevo fuera de la familia, si en la familia nadie quiere hacerse cargo de ella. El Banco de Tierras está para eso. Hay que facilitar las concentraciones parcelarias, la transmisión de la tierra y agrupar todo ese tejido de microempresas en cooperativas que permitan ganar competitividad.

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