“No es posible estar percibiendo dinero negro y no saber de dónde viene” esta fue una de las frases dichas por Enrique Santiago, hoy diputado de Unidas Podemos y secretario general del PCE, en agosto de 2013 abogado de Izquierda Unida en la querella popular por los papeles de Bárcenas, que le valieron entonces una querella de Francisco Álvarez-Cascos. El ex ministro de Fomento, entonces ya ex militante del PP, ex presidente asturiano, y únicamente líder de Foro Asturias, presentó en respuesta a aquellas declaraciones de Santiago un escrito en el que se pedía para el abogado prisión preventiva por delitos de calumnias e injurias. No sería la única querella de Cascos contra políticos de izquierdas por hablar de sus conexiones con los papeles de Bárcenas, el Caso Gürtel y otras tramas de corrupción del PP. En octubre de 2016 denunciaba al diputado de Podemos Segundo González por relacionarle con “comisiones irregulares”. Ambas querellas serían finalmente archivadas.
De Francisco Álvarez Cascos se puede decir que fue el ministro de fomento de las obras faraónicas, los sobrecostes y las grandes constructoras que regaron de dinero negro las arcas del PP. En su favor podría decirse que es uno de los pocos ex ministros de Aznar que no terminó sentado en el consejo de administración de una gran empresa previamente beneficiada por su gobierno. Hoy sin embargo sabemos que tras su fugaz paso por la presidencia asturiana, el político gijonés hizo del liderazgo de Foro Asturias su particular “puerta giratoria”. Lo anticipó en 2015 Juan Vega, ex viceconsejero con su efímero gobierno, y durante un tiempo uno de sus hombres de máxima confianza. Tras dejar el partido por discrepancias con Cascos, en junio de 2015, Vega definió a Foro como una “sociedad limitada unipersonal”. El ex responsable de comunicación del casquismo habló de “graves responsabilidades económicas”, si bien faltaban las pruebas documentales. Hoy 5 años después ya las conocemos. Según la auditoría encargada por la ex alcaldesa de Xixón, Carmen Moriyón, enfrentada a Cascos por el control de unas siglas en caída libre, el fundador del partido se habría embolsado más de un millón de euros en 8 años en sueldos, además de 230.000 en gastos de lo más variopinto: zapatos para sus hijos, videojuegos, tasas de licencia de pesca, llamadas de teléfonos de su familia o estancias en hoteles en viajes particulares… Una cantidad insostenible para una organización en vías de extinción y que tras perder el año pasado la alcaldía gijonesa se asoma al abismo.

Hay algo de tragedia shakesperiana, pero en versión cutre, en la historia de ese objeto volante no identificado que se llamó Foro. Pablo Batalla habló del “Fulgor y muerte de Foro Asturias” para referirse al auge y caída de un experimentó improvisado que parecía venir a revolucionar la política asturiana, pero que pronto se estrellaría, tanto por errores propios, como por las zancadillas del bipartidismo y sobre todo del principal medio asturiano, La Nueva España, firme partidaria del statu quo regional, y con el que Cascos mantuvo una enemistad abierta. Poco queda de aquel huracán, y el karma parece volverse ahora contra un político desahuciado de un partido que lleva sus siglas y en el que lo fue todo. Tras la auditoría, Foro Asturias, FAC para los románticos, empleará sus últimas energías en querellarse contra su fundador por apropiación indebida. Probablemente sea este el aliento final del último juguete roto de de ese regionalismo conservador que parece eternamente condenado al fracaso en Asturies.