“Negar que el sexo existe y tiene efectos sociales tendría unas consecuencias devastadoras para las mujeres”

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Bernardo Álvarez
Bernardo Álvarez
Graduado en psicología y ahora periodista entre Asturias y Madrid. Ha publicado artículos en ABC, Atlántica XXII, FronteraD y El Ciervo.

La escritora Laura Freixas (Barcelona, 1958) responde a las preguntas de Nortes sobre la agria polémica que sacude al movimiento feminista en las últimas semanas.

¿Cuáles son sus principales objeciones a la Ley Trans y a la teoría queer?

Mi principal objeción a la proposición de “ley trans” que presentó Podemos en 2018-sabemos que el Ministerio de Igualdad prepara otra, pero no conocemos su contenido- es la “autodeterminación de género” que permitiría sustituir la mención de sexo biológico que consta en los documentos de cada persona por el género elegido o “sexo sentido”. En cuanto a la teoría queer, es compleja y variada, y no creo tener suficiente formación filosófica como para debatir sobre ella.

¿Comparte el argumentario del PSOE que ha levantado tanta polvareda?, ¿piensa que le falta o que le sobra algo?

Creo que en líneas generales es correcto.

¿Cree que esta cuestión va a suponer una brecha insalvable en el movimiento feminista?, ¿está siendo el debate todo lo civilizado y racional que debiera?

El debate está siendo muy visceral, lleno de incomprensión e insultos, cosa que lamento profundamente. En particular, creo que quienes defienden la “autodeterminación de género”, que no es lo mismo que defender a la comunidad trans, aunque puedan hacerlo las mismas personas, no quieren escuchar los argumentos de la otra parte, sino que intentan acallarla con acusaciones de “transfobia”, como ha quedado claro en el caso J. K. Rowling. Esta acusación nos está impidiendo pensar en voz alta. Y esto no lo digo solo yo, lo dice un activista trans como Miquel Missé, en su libro, que me parece muy valioso e interesante, A la conquista del cuerpo equivocado.

Se os acusa de “biologicismo” a quienes no defendéis la teoría queer, ¿qué responde a esas críticas?, ¿piensa que lo biológico determina lo que somos o debemos ser?

Esta acusación, que en efecto es muy frecuente, me deja pasmada. El movimiento feminista siempre ha sostenido exactamente lo contrario: que la biología no determina el comportamiento, que “la mujer no nace, sino que se hace”. El gran, el enorme malentendido, es creer que eso significa que el género o sexo puede elegirse libre e individualmente. Eso es falso. El sexo no se puede elegir porque es biológico, viene dado, es binario-salvo rarísimas excepciones: las personas intersexuales, que yo sepa, son menos de un 1 %-y no se puede cambiar: se pueden alterar los caracteres sexuales secundarios, se pueden amputar órganos, pero no se puede cambiar el sexo cromosómico.  Y el género tampoco se puede elegir porque nos viene impuesto por las expectativas sociales, la educación, las leyes, la economía…

Es falso que el género consista en dos identidades definidas de una vez por todas, una masculina y la otra femenina, entre las que podemos escoger. Añadirle una tercera identidad o una categoría “gender fluid” tampoco altera el hecho de que el género es algo mucho más global: una construcción social, una organización jerárquica entre los sexos, que varía geográfica e históricamente, pero con un común denominador que es subordinar a las mujeres a los varones. Creer que existe un género femenino y uno masculino es esencialista y ahistórico, y creer que es posible la elección individual es negar la realidad social.

Una parte del feminismo está comprando postulados del individualismo neoliberal

¿Qué consecuencias cree que tendría negar que el sexo está determinado por la biología?

Podemos soñar, como ha soñado siempre el feminismo, que el sexo biológico no tenga consecuencias sociales, que seamos todas y todos individuos libres de construir nuestra personalidad y nuestra trayectoria sin que nos impongan un papel y un lugar por nuestro sexo. Podemos soñarlo, pero debemos reconocer que es un sueño, no es la realidad. La realidad es que quienes mueren a manos de sus parejas son mujeres, y también lo son quienes sufren explotación sexual en la prostitución o explotación reproductiva en la industria de vientres de alquiler, o quienes son obligadas a llevar velo o a casarse contra su voluntad, o quienes sufren la amputación genital. Que ONU Mujeres publique un cartel con el eslogan: “Definir mi propio género es un derecho humano” y lo ilustre con una chica que lleva velo es un escarnio, no solo porque suscribe esa idea de que el “género” es  una identidad, una cosa, como si fuera un producto en un supermercado que cada cual elige en una estantería, sino porque con semejante discurso, invisibiliza la discriminación que se ejerce sobre las mujeres biológicas, especialmente en países islámicos fundamentalistas.

En definitiva, negar que el sexo existe y que tiene consecuencias sociales-nos guste o no que así sea, esa es otra cuestión-a lo que conduce es a invisibilizar la desigualdad entre mujeres y hombres y por lo tanto, a no poder actuar contra ella. Ejemplo práctico: si las estadísticas no se desagregan por sexo, si pensamos que “sexo” no significa nada, que si acaso lo que importa es el “género autoelegido” o el “sexo sentido”, ¿cómo podremos entender fenómenos tan profundamente sexuados como la violencia machista, la violencia sexual o la prostitución? Y si no las entendemos, ¿cómo podremos luchar contra ellas?

En cuanto a negar la existencia del sexo biológico en sí mismo, me parece un disparate como  afirmar que la tierra es plana. Mujeres y hombres tienen un sexo biológico definido por sus cromosomas con muchas consecuencias corporales, no solo las obvias, sino otras menos visibles, como que los síntomas de muchas enfermedades son distintos según el sexo. Otro ejemplo práctico: si borramos la categoría “hombre / mujer”, ¿a quién aplicaremos programas de mamografías o de detección del cáncer de próstata? ¿Y cómo impediremos que hombres biológicos, mucho más altos y fuertes en promedio que las mujeres -aunque se hormonen-, las venzan en las competiciones deportivas?…

¿Qué encaje o reconocimiento jurídico cree que deberían tener las personas trans?, ¿cómo cree que habría que proteger los derechos y la dignidad de los transexuales?

No lo sé, y además no quiero hacer propuestas en nombre de un colectivo al que no pertenezco. Que hagan sus propuestas, nosotras haremos las nuestras, y que las instituciones hagan su papel de buscar fórmulas de consenso.

Defender la “autodeterminación de género” no es lo mismo que defender a la comunidad trans

¿Basta con que una persona se sienta mujer o hombre para que lo sea?, ¿es un derecho la autodeterminación del género? ¿Qué consecuencias cree que tendría aceptar ese razonamiento?

Me parece muy respetable que cada cual se sienta lo que sea, se comporte, vista, etc, como quiera, y que no sea discriminada/o por ello. Pero creo que negar la realidad de que el sexo biológico existe y tiene efectos sociales tendría unas consecuencias devastadoras para las mujeres en todo el mundo.

¿Qué le dice toda esta polémica sobre la deriva intelectual del feminismo y de algunos sectores de la izquierda?

Creo que una parte de la izquierda  y del feminismo está comprando acríticamente muchos postulados del individualismo neoliberal, como negar u olvidar la realidad material, o suscribir esa frase de Margaret Thatcher que resumía la contrarrevolución conservadora de los años 90: “No existe eso que llaman sociedad, lo que hay son hombres y mujeres individuales, y familias”. En el tema que nos ocupa, está claro: niegan la realidad material del sexo, y niegan sus consecuencias sociales, proponiendo supuestas soluciones individuales en lugar de una transformación de la sociedad.

Hace unas semanas, en una entrevista a Nortes, Clara Serra dijo que “las redes, los insultos, los muñecos de paja y los culebrones sobre las guerras de poder entre buenas y malas, no sirven para clarificar nada, más bien sirven para lo contrario. Hay que despersonalizar este conflicto y repolitizarlo” ¿Está de acuerdo con ella?

Precisamente con Clara Serra he tenido yo una cierta batalla dialéctica estos días sobre “muñecos de paja”. Yo critiqué un documental titulado El sexo sentido, que presenta a menores definidos como “trans” y narra su proceso de hormonación, que en algunos casos desemboca en cirugía (mastectomía), y lo hace de una forma no solo acrítica sino propagandística, sin mencionar siquiera las secuelas de estos procesos, sus efectos irreversibles y la existencia de personas que tras haberlos iniciado, se arrepienten e intentan volver atrás. Clara me afeó que yo formulase mi crítica, diciendo que atacaba a “muñecos de paja” y pidiéndome que debatiera sobre otras formas, intelectualmente más sofisticadas, de abordar la cuestión trans. Le contesté, y lo mantengo, que a mí como ciudadana lo que me interesa, me preocupa y me afecta no son los debates teóricos, sino la realidad social, personal, jurídica…, inducida por ciertas ideas de moda. Si me preocupa ese documental, es entre otras cosas porque quien lo puso en twitter y lo recomendó fue nada menos que la Dirección General de Diversidad Sexual y Derechos LGTB. Dicho esto, estoy de acuerdo con Clara en que deberíamos sentarnos a debatir serenamente.

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