Procedente del ámbito de la medicina familiar y comunitaria, Rafa Cofiño (Xixón, 1969) probablemente tenía muchos planes cuando fue nombrado Director General de Salud Pública que han quedado aparcados por una emergencia sanitaria con las que nadie contaba. Licenciado por la Universidad de Oviedo/Uviéu ha trabajado como médico de familia en centros de salud, en el área de salud de la Fundación Proyecto Hombre, como coordinador autonómico del Programa de Prevención y Atención a personas afectadas por el VIH-sida en Asturias (PAVSA), y como docente en la Escuela Andaluza de Salud Pública. Considera que la salud pública es “la cenicienta del sistema sanitario”, y que hay que ir a un modelo basado no tanto en los grandes hospitales como en un reforzamiento de la atención primaria y la salud comunitaria. Hablamos con él sobre el agravamiento de la pandemia en Asturies.
¿En qué momento estamos?
Es una situación grave. Los indicadores de circulación de virus y de su impacto en el sistema sanitario así lo muestran. Desde el 9 de octubre ha habido un incremento muy importante de casos, de hospitalizaciones, y de ingresos en UCI, que es lo que más nos preocupa. Estamos en un nivel de alerta cuatro. Todos los indicadores de incidencia, transmisión o presión asistencial están en niveles de riesgo muy altos.
¿Qué cambió de la primera ola a ahora?
Habría que analizarlo con más detalle. A finales de septiembre teníamos incidencias en niveles de aceptables, en torno a 100 casos de IA. Ha habido un incremento progresivo en octubre. El ministerio explicó que aquellas comunidades o países en los que había habido unas primeras olas más favorables, ahora se encuentran con menos población afectada, y por tanto con más gente con capacidad de circulación del virus. También influye el tema de otoño. Es un virus respiratorio, y el otoño es un momento en el que los virus respiratorios se mueven muy bien. Y también que durante el verano hubo un incremento de prácticas de riesgo o falta de toma de medidas de protección en algunos lugares.
“Durante el verano hubo un incremento de prácticas de riesgo”
También hay un incremento de hospitalizaciones vinculado a un elemento positivo, que son los cribados y detección precoz en residencias de mayores y personas mayores. Unos procedimientos que están funcionando muy bien Por último, no hay que olvidar que tenemos una situación demográfica envejecida.
¿Y en comparación con otras comunidades?
La gente en marzo nos decía que éramos la mejor comunidad, y decíamos que lo mismo que ahora estás arriba puedes estar abajo en pocos días. Se estaban haciendo bien las cosas en muchos sitios diferentes, no solo en Asturias, y se siguen haciendo las cosas bien en muchos sitios diferentes. Nuestra revisión en este sentido es continua. Las IA hay que mirarlas con cuidado, hay comunidades que están mejor pero porque han pasado por situaciones muy complicadas. Con incidencias altas estabilizarlo y disminuirlo lleva un tiempo, no es lo mismo disminuir la curva con una IA de 100 que de 400. Ahora mismo tenemos una IA de 460. Tenemos un alto nivel de pruebas, se van a empezar a hacer los test de antígenos, que nos permitirán una detección más rápida, eso es un criterio de calidad. Hay que seguir insistiendo en el diagnóstico precoz, con medidas de cuatro tipos: medidas de protección poblacionales, la detección precoz, el aislamiento y el estudio rápido de contactos estrechos.

¿Existe una previsión de cuándo puede empezar a bajar la curva?
Llevamos mucho tiempo poniendo medidas fuertes. Hay cierto cansancio para mantener las medidas de protección. Venimos siendo muy estrictos desde junio. Cuando empieza a aumentar la incidencia se plantea un paso a la fase uno modificada. Eso lo planteamos el 14 de octubre. En aquel momento estábamos, según los indicadores del Ministerio con un nivel de alerta 2, pero las medidas que tomamos eran de nivel de alerta 3. Después el 23 de octubre se planteó el cierre perimetral del municipio, que corresponderían a un nivel de alerta 4, cuando estábamos en un nivel de alerta 3. Y el 28 de octubre es cuando los indicadores asistenciales suben mucho, y se plantea el confinamiento. Siempre hemos ido un paso por delante, y pese a todo el incremento de la curva ha sido fuerte. Es un tema complicado. Solo tenemos medidas de protección. Y el 14 de octubre costó proponer esas medidas. Había una parte de la población que tenía el relato de pensar que “como son recomendaciones tampoco tenemos que ser muy estrictos en el cumplimento”. Ese día no se hubiera entendido plantear un confinamiento, porque dos semanas antes estábamos mucho mejor. Nos indica la rapidez que tiene el virus para empeorar la situación. Si ahora se desciende la curva, hay que tener en cuenta que puede volver a subir. Ya las medidas del 14 de octubre, una parte de la población no las entendió. Costó.
¿Vas a seguir defendiendo el confinamiento domiciliario?
Sí. Vamos a volver a plantearlo. Es el momento de medidas intensas. Con el incremento de hospitalizaciones y de ingresos en UCI hemos movilizado las medidas al máximo de donde podemos llegar. Por eso planteamos un confinamiento. No sería el estricto del 14 de marzo, si no que se plantea un confinamiento de disminuir toda la actividad innecesaria y con unas fases horarias para poder salir a caminar.
¿Las medidas tomadas son insuficientes?
Lo que se planteaba con las alertas naranjas, ya eran medidas suficientes para parar la progresión del virus. ¿Por qué no se ha conseguido? Pues es lo que tenemos que ver. Con toda la información que teníamos, hemos tenido brotes, y casos en determinadas circunstancias. Hemos observado cierta fatiga en el cumplimiento de algunas medidas, y hay que reflexionar sobre si solo entrar en una fase normativa de prohibiciones es lo que nos hace ver la gravedad de la situación. Esto se ve mucho más claro ahora. La situación en UCI es más grave que en la primera ola, y pese a todo hay mucha actividad normal.
“El virus va muy rápido: lo mismo que ahora estás arriba puedes estar abajo en pocos días”
¿Hay por tanto que prohibir, en lugar de recomendar? Al final la gente, como planteaba Antonio Maestre en un artículo, hace lo que se le permite.
Es un tema histórico en salud, no solo de ahora. Yo vengo de temas de promoción de la salud. Tienes que plantearte cómo generar conductas o decisiones saludables. Es complicado. O tienes políticas prohibicionistas o apuestas por políticas que emponderen a la población a tomar decisiones de conductas saludables.
La plantilla de Cabueñes está en pie de guerra. También hay protestas en centros de salud. ¿Hubo falta de previsión en cuanto a la contratación de personal?
No te puedo responder porque yo no trabajo en la gestión del Sespa, mucho menos sobre circunstancias concretas. A nivel más macro, hay un plan de contingencia del Sespa muy preparado desde hace tiempo. En lo concreto de algunas circunstancias no me atrevo a analizarlo.

¿Habrá vacunas para todo el mundo?
Me consta que el Ministerio está trabajando en que haya equidad en la distribución de la vacuna. Lógicamente los colectivos más vulnerables y los trabajadores sanitarios serán los primeros en vacunarse.
Todas las esperanzas están puestas en la vacuna, pero al mismo tiempo crecen los movimientos antivacunas, ¿por qué?
Hay que tratar de entender los discursos de los que opinan diferente. La duda es el motor de la ciencia. Y también pienso que hace falta un debate científico y sin maniqueismos sobre el tema. Que haya ha habido en el mercado algunas vacunas con muy poca eficacia solo ha desestabilizado la confianza de la población en las vacunas, que son necesarias, y ha contribuido a sembrar dudas, que muchas veces son totalmente acientíficas.
Viene de la medicina comunitaria, ¿cómo explicaría lo que es eso para los que no tenemos ni idea?
La salud de las personas depende de un montón de determinantes que no son biológicos. Desde la calidad de la vivienda al empleo pasando por el aire que respiramos o nuestra alimentación y hábitos de vida. De hecho, en el ámbito de la salud comunitaria trabajamos médicos, pero hay muchos países en los que suele ser una disciplina donde destacan sociólogos, trabajadores sociales, antropólogos… La acción comunitaria plantea cómo se puede mejorar la salud de una comunidad coordinando el trabajo de diferentes actores. Por ejemplo, si en un barrio las asociaciones de madres y padres de los centros educativos, el Ayuntamiento y el servicio de salud trabajan juntos detectando problemas, riquezas y buscando soluciones colectivas pueden conseguir resultados muy interesantes y positivos. Siempre que hay un tejido asociativo fuerte las cosas salen bien. Pienso por ejemplo en la gente de Mar de Niebla en Gijón. Potenciar este tipo de experiencias participativas va a ser una de las prioridades de la Dirección General.
Seguimos sin dentista gratuito
El programa de salud buco dental de Asturias es uno de los más completos de España, pero ciertamente es muy mejorable.