El 15 de enero de 1978, hacia las 13:15 horas, la sala de fiestas Scala, local de moda de la burguesía catalana, ardió en llamas. Un pequeño grupo de jóvenes anarquistas, procedentes de una exitosa manifestación contra los Pactos de La Moncloa convocada por la CNT, había lanzado unos cuantos cócteles molotov contra su entrada. Junto ellos se encontraba Joaquín Gambín, delincuente común, infiltrado policial e inductor de la acción.
El fuego provocó la muerte de cuatro trabajadores. La policía comenzó sus pesquisas y a la mañana siguiente realizó seis detenciones, que con el transcurso de los días se elevarían a 23, todas ellas en el entorno anarquista de Barcelona. Daba comienzo así a una ofensiva contra el anarquismo catalán, y más concretamente contra la CNT, que duraría varios días y que se resume en el ya famoso titular: “FUERON LOS ANARQUISTAS”.
La CNT denunció los hechos como un montaje policial y el tiempo le dio la razón, aunque los juzgados prefirieron correr un tupido velo.Gambín era un infiltrado policial que hizo lo imposible para lograr que sus acompañantes arrojasen los cócteles molotov, los informes de bomberos señalaban que el fuego se produjo en otro lugar de la sala y que su origen estaba relacionado con un material inflamable de origen militar. Para colmo un testigo clave del caso falleció en extrañas circunstancias días antes del juicio.
La CNT denunció los hechos como un montaje policial y el tiempo le dio la razón, aunque los juzgados prefirieron correr un tupido velo.
Estos y otros hechos ponen de manifiesto la existencia del montaje, aunque otra cosa es poder delimitar desde qué instancia policial y/o gubernamental se fraguó. El motivo del mismo estuvo relacionado con la posición que la CNT había manteniendo desde septiembre al respecto de los Pactos de La Moncloa: una total oposición a los mismos que recogía un descontento social amplio y que era especialmente perceptible en las bases de CCOO. Justo tras la firma de los pactos se produjo un hecho clave: la Confederación doblegó – literalmente – a la patronal barcelonesa de gasolineras, imponiendo un convenio que hacía añicos el contenido de acuerdos. Si a esto se le une la creciente presencia de la CNT en los conflictos laborales y en la vida social de Cataluña a lo largo de 1977, la idoneidad de un montaje que cortase la proyección de la Confederación parece fuera de toda duda.
¿Cuál fue el alcance?
Otra cuestión es si el montaje fue un éxito o un fracaso. Se ha repetido hasta la saciedad que a consecuencia del Caso Scala la proyección social de la CNT se cortó de raíz, que decenas de miles de trabajadores se dieron inmediatamente de baja y que la organización fue condenada al ostracismo social como consecuencia de la asociación de sus siglas con terrorismo. Nada más lejos de la realidad. Puro mito.
La afiliación de la CNT creció levemente durante el primer semestre de 1978, hasta alcanzar su punto álgido, unos 130.000 afiliados, en el verano de ese año. A partir de ese momento comenzó a decrecer de manera acusada, al igual que le sucedió al resto de organizaciones sindicales del país. Los motivos de esta contracción del conjunto de la afiliación sindical son varios y complejos, pero desde luego no están influidos por el Caso Scala.
Acción de la CNT de Logroño el 1 de Mayo de 1978.
La proyección social de la Confederación no se vio interrumpida sino que al contrario, 1978 fue un año en el que la presencia rojinegra se dejó sentir – y mucho – en Cataluña. Hay dos datos reveladores al respecto. El primero es que la presencia de la CNT en la conflictividad fue muy acusada, hasta el punto de sostener huelgas salvajes como la gasolineras – casi dos meses de conflicto – en el otoño. La segunda es que durante este año y parte de 1979, su órgano de expresión, Solidaridad Obrera, estuvo vendiéndose en los quioscos de toda Barcelona. Ahí es nada. Incluso después la presencia de la CNT en Cataluña se dejó sentir con destellos de fuerza, la victoria en las elecciones sindicales del Metro de Barcelona en 1982 es otro ejemplo.
Por otra parte, en aquellos años no existió una conciencia de crisis a este respecto. La prensa y la bibliografía son esclarecedoras: hasta finales de los años 80 nadie escribió una palabra sobre el Caso Scala para referirse a él como un problema de envergadura para el anarcosindicalismo. En los libros editados desde 1979 para analizar la crisis que sufría la CNT, el Scala no pasó de ser una nota a pie de página para todos los autores.
Imagen de la CNT en la Transición.
En lo que sí tuvo un notable éxito este montaje fue en el devenir interno de la Confederación. Las estrategias a seguir en torno a la asunción de los detenidos y la condena del atentado estuvieron a punto de provocar una escisión entre quienes planteaban una defensa a ultranza de los encarcelados y aquellos que defendían un distanciamiento público de los hechos. La escisión no se produjo, pero los rencores se mantuvieron latentes hasta que en la primavera siguiente se desataron con toda la virulencia imaginable. Por otro lado, la parálisis interna que provocaron tales enfrenamientos desvió a la CNT de su hoja de ruta contra el pacto social. El inverno de 1978 pasó de ser una estación en la que la Confederación iba a volcarse como organización contra los Pactos de La Moncloa a un periodo en el que los problemas internos impidieron el trabajo coordinado como sindicato, más allá de la empresa o el ramo.
Cartel por la libertad de los anarquistas inculpados.
¿Y cómo se abrió paso el mito?
Los años ochenta fueron muy duros para toda la izquierda y el anarcosindicalismo no fue la excepción. Abortadas las perspectivas revolucionarias de su militancia, derrotada en tanto que alternativa rupturista y condenada al ostracismo en el terreno sindical, la CNT se desangró en conflictos internos. La frustración y el desencanto ahondaron en una crisis organizativa que se saldó con dos escisiones, decenas de agresiones, cientos de expulsiones y miles de abandonos. Por si esto fuera poco, las diferentes organizaciones resultantes de aquellas batallas se enzarzaron en una lucha legal por la titularidad de las siglas CNT y su patrimonio histórico. No obstante a mediados de la década, dos de los sectores escindidos confluyeron en un proceso de reunificación que dio lugar a lo que hoy es CGT.
La actual CNT se encontraba particularmente asediada. Mientras sus escisiones se reunificaban y se proyectaban en el mundo laboral, ésta se quedaba sin cuadros sindicales ni proyección social. Por si esto fuera poco, las primeras sentencias en relación al contencioso de las siglas le eran desfavorables. En este contexto y como método de protección, la CNT construyó un relato mitificado sobre el pasado inmediato con el objetivo de hacer frente a cada revés y para cohesionarse como grupo. Un mecanismo de conformación de identidad consustancial a todas las organizaciones y especialmente presente en aquellas que atraviesan épocas de crisis.
La CNT, como organización anarquista, recurrió al Estado para explicar y justificar su fracaso. Éste había planificado una hoja de ruta para destruir al único y peligroso enemigo de la reforma, el pacto social, el capitalismo y el Estado. Por un lado había promocionando y cooptado militantes reformistas, que derivaron en traidores a la organización y a las ideas, y por otro había recurrido a la guerra sucia, en donde el Caso Scala se erigía como el caso paradigmático.
Desde 1986-1987 fue abriéndose camino el relato que presentaba al Caso Scala no ya como un montaje policial sino como el problema fundamental que había provocado la caída al ostracismo del anarcosindicalismo. El resto es historia y ya la conocemos: el mito del Scala hizo fortuna a pesar de ser radicalmente falso. Los hechos y los datos son meridianamente claros: el Scala es a la CNT lo que la trama Gürtel al PP.
Como historiador e investigador del Caso Scala y habiendo accedido al sumario y habiendo accedido a diversos archivos que reflejan cuantitativamente la influencia del montaje policial para perjudicar a la CNT, no son plenamente ciertas algunas de las afirmaciones del artículo. El suceso fue un atentado terrorista y no un caso. Y el atentado influyó en mayor o menor grado en el devenir de la CNT, por lo tanto no podemos hablar en ningún caso de mito. El caso recoge la historia del montaje y los dos juicios faltando por tanto el análisis sobre el devenir de las familias víctimas del atentado y un análisis objetivo sobre la investigación de periodistas. Si se pretende demostrar una tesis esta no se sostiene con ejemplos si no desde la recogida de datos empíricos que defiendan dicha tesis ni tampoco realizando jucios de valor desde ninguna ,ilitancia ideológica. Deontológicamente la Historia no puede explicarse desde 140 caracteres o desde titulares tan grandilocuentes como vacíos de contenido.
Jesús Sánchez Tenedor
Historiador y archivero.
Colaborador Grup Recerca Anàlisi Món Actual
Universitat de Barcelona.
A/A de la publicación, Público
A/A de la Asociación Cultural Nortes de Asturias
Publicación, Nortes
Estimados/as Sres/as
He tenido conocimiento del artículo de Héctor González1, historiador, sindicalista y anarquista, como el mismo se define, del 14 de enero del 2021, publicado en la red “Nortes” y que titula: El caso Scala y la CNT: del montaje policial al mito anarquista. (1) https://www.nortes.me/2021/01/14/el-caso-scala-y-la-cnt-del-montaje-policial-al-mito-anarquista/
Comparto parte de la visión del autor, pero creo que es necesario realizar varias aclaraciones sobre este periodo de la primera etapa de transición, en relación a la influencia sobre el devenir que tuvo sobre el movimiento libertario y en especial sobre la CNT, el sindicato anarcosindicalista y referencia del movimiento libertario en esa etapa.
Es público y notorio que existió una llamada “operación transición” diseñada por los servicios de información, de dentro y fuera de España. Las estrategias diseñadas, no fueron patrimonio de los servicios de información españoles, ya se habían llevado a cabo hacía años en diversos países europeos. La red gladio es prueba de ello e identifica detalladamente las estrategias a seguir para la eliminación de aquellas alternativas que son consideradas un peligro para el Sistema.
Como bien dice el historiador, “el caso Scala fue un montaje policial”, por lo que no existe ningún mito anarquista. Que la CNT lo considerara como una de las acciones más lesivas diseñadas contra ella por esa estrategia, entra dentro de la lógica y no del victimismo o la publicidad.
Lo que, desgraciadamente, los historiadores no han podido o querido aclararnos es, ¿qué otras acciones se realizaron para llevar a buen término esa estrategia de anulación y marginación contra el movimiento libertario?. A algunos nos consta, que siguen archivadas y catalogadas en lo que conocemos como “secretos oficiales”, por lo que otros historiadores no académicos, entre los que me incluyo, hemos tenido que intentar arrojar algo de luz sobre ello basándonos, fundamentalmente, en líneas de investigación que dejaban fuera los documentos oficiales a los que no hemos podido acceder(2) https://webs.ucm.es/info/eurotheo/e_books/jjalcalde/servicios_secretos/index.html,
ni siquiera a los últimos documentos desclasificados por la CIA norteamericana en los referentes a España y la operación transición, donde lo relacionado con el anarquismo y la CNT resalta por los “tachados” en negro que hacen imposible cualquier aclaración.
El historiador, reconoce: “La CNT denunció los hechos como un montaje policial y el tiempo le dio la razón, aunque los juzgados prefirieron correr un tupido velo”.
Los montajes policiales, no aparecen por sí solos son parte de una estrategia que a todas luces funcionó y los hechos están ahí para demostrarlo. El anarcosindicalismo, fracturado en numerosas escisiones y con una pérdida de identidad patente no ha podido ser destruido, que era lo que se intentó, pero el daño infringido ha sido notorio. En el artículo, también se refleja: “Se ha repetido hasta la saciedad que a consecuencia del Caso Scala la proyección social de la CNT se cortó de raíz, que decenas de miles de trabajadores se dieron inmediatamente de baja y que la organización fue condenada al ostracismo social como consecuencia de la asociación de sus siglas con terrorismo”. Sobre esto tengo que decir, con conocimiento de causa dado que viví ese periodo, que no es cierto que se “repitiera hasta la saciedad” que debido al caso “Scala” decenas de miles de trabajadores se dieran de baja……. A mí, no me consta.
Que se dijera que el caso Scala fue una de las muchas actuaciones de desestabilización del movimiento libertario, sí. Que se dieran de baja afiliados a la CNT, también, pero no “decenas de miles” , y que no solo influyera el caso “Scala”, también. Vuelvo a repetir que el caso Scala fue una más de los acciones diseñadas para criminalizar y marginar a la CNT y en la que colaboraron todos los estamentos del Sistema: económicos, políticos-sindicales y judiciales. Por supuesto, con la colaboración “interesada” de elementos situados dentro de la propia CNT. En el artículo, vienen bien reflejadas algunas de las actuaciones de la CNT en ese periodo que fueron motivo de que el sindicato anarcosindicalista estuviera en el punto de mira de los servicios de infiltración-manipulación-provocación. Al historiador, se le advierte una apreciable inquina contra la CNT: “ La CNT, como organización anarquista, recurrió al Estado para explicar y justificar su fracaso. Éste había planificado una hoja de ruta para destruir al único y peligroso enemigo de la reforma, el pacto social, el capitalismo y el Estado. Por un lado había promocionando y cooptado militantes reformistas, que derivaron en traidores a la organización y a las ideas, y por otro había recurrido a la guerra sucia, en donde el Caso Scala se erigía como el caso paradigmático”
La expresión, “la CNT recurrió al Estado…”, debería haberla reflejado como “la CNT acusó al Estado”, él mismo lo reconoce a lo largo de su artículo: “La CNT denunció los hechos como un montaje policial y el tiempo le dio la razón, aunque los juzgados prefirieron correr un tupido velo”. “ Por un lado había promocionando y cooptado militantes reformistas, que derivaron en traidores a la organización y a las ideas”. Es totalmente cierto, y en esta actuación la implicación del PSOE en la estrategia de desestabilización de la CNT también y a los hechos debemos remitirnos. El caso de Pepe Bondía es el mejor ejemplo. En 1979 fue nombrado secretario de la FAI y Secretario General de la CNT, confirmado en el V Congreso celebrado en Zaragoza en junio de 1980. Ocupó el cargo hasta enero de 1983 y realizó diversos acercamientos al PSOE (Alfonso Guerra). En octubre de 1983 fue expulsado de la CNT acusado de mala gestión económica y de la pérdida deliberada de archivos históricos. Posteriormente su fracción se unió en 1986 a la del Congreso de Valencia, y ambas en 1989 formaron la Confederación General del Trabajo (CGT). El fue nombrado gerente del organismo encargado de la Celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y consejero técnico de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (3) https://ca.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Bond%C3%ADa_Rom%C3%A1n. Hay más casos parecidos, a un lado y otro de la barricada.
El remate del artículo, es radicalmente falso y llega al esperpento. El franquismo elevó a ideología la cultura del sainete y el esperpento y la nominó como nacional-catolicismo, el historiador Héctor González parece querer hacer con la CNT algo parecido: ” Desde 1986-1987 fue abriéndose camino el relato que presentaba al Caso Scala no ya como un montaje policial sino como el problema fundamental que había provocado la caída al ostracismo del anarcosindicalismo. El resto es historia y ya la conocemos: el mito del Scala hizo fortuna a pesar de ser radicalmente falso. Los hechos y los datos son meridianamente claros: el Scala es a la CNT lo que la trama Gürtel al PP”.
En fin, como diría aquel: “al pan, pan y al vino, vino”
Salud y alegría
Juan J. Alcalde
12 de agosto del 2021
“el Scala es a la CNT lo que la trama Gürtel al PP.”
Esto no se entiende, o por lo menos yo no lo entiendo. No veo las comparaciones. Aquí hay mas de lo que se cuenta.
Que la organización más influyente antes de la guerra civil, sea la que no se recupera tras la disctadura, no es por un montaje policial en la época de la transición, cuando la transición era toda ella un montaje.
Las tres cuartas partes de los afiliados y militantes de CNT y de las demás organizaciones que surgieron tras ser permitidas por el regimen, eramos jovenes, sin experiencia ni conocimientos en asociaciones.
Para la CNT era especialmente más dificil salir adelante, siendo la unica que se oponia al Pacto de la Moncloa.
– Subida de sueldo del 22% con caracter retroactivo de 2 años. (Venian consiguiendo subidas del 30, 40 y 50%.
– Prohibidas las huelgas de solidaridad.
– Elecciones Sindicales obligatorias. (Singnificaba la legitimación de los enlaces y jurados del verticato falangista, y poner por encima de la Secciones Sindicales al Comité de empresa, competir contra el sindicalismo).
La reacción de la CNT ante conflictos como las huelgas de gasolineras en Catalunya, poniendo el regimen a policias sirviendola, la grandes manifestaciones contra dicho pacto convocados por CNT en Madrid y Barcelona con caso Scala y sin Caso Scala, mostraba el descontento de los trabajadores con el proceso de las maravillas de la transición.
Pero la CNT se quedaba sola contra el Pacto. Los demás sindicatos, formados por el amalgama de partidos que surgieron, que no entendia uno porqué dividir tanto el sindicalismo como los partidos, si los trabajadores eramos explotados todos por igual, en mayor o menor medidas tenian que atacar a CNT que los dejaba en evidencia.
A la llegada de la reconversión los comités de empresa se ponian rápidamente de acuedo que a los primeros que habia que despedir era a los de la CNT. (Salvo excepciones en las que quien iba a la calle era el Comité de Empresa, tan sacrosanto no era).
Al derrumbarse la CNS, el verticato de Falange, sus miembros fueron repartiendose en los sindicatos y partidos minando todo lo que pudiesen, e introducirse de “independientes”.
Así es dificil recuperarse.
Si encima tienes en las espaldas a todo el servicio secreto alertado por el Ministro del Interior que el “Movimiento libertario es peor que ETA”, pues ya la recuperación se hace un imposible.
El autor, como desertor que es, bien sabe de desbandadas, renuncias y abandonos. Si no como historiador háganle caso como muestra y ejemplo de cuantos se desilusionan ante el primer revés que sufren.