Centenario de la pedagogía rebelde de Paulo Freire. Centenario de la rebeldía comunista formalizada en partido. Centenario de Annual.
Huella profunda deja el pedagogo de la liberación. Lecciones de historia fecunda con increíbles heroicidades de resistencias antifranquistas en las militancias comunistas. Racismos persistentes y recurrentes de la invasión desastrosa propiciada por las empresas a los territorios rebeldes del Rif, en el norte de Marruecos.
Cuando el joven Sergio Montero Monty se fue a vivir a una casina medio ruinosa en La Invernal, L´Entregu, se encontró muchos materiales de Mundo Obrero y actas de reuniones del partido. Le aclaramos que allí había estado una de las sedes del pecé de San Martín del Rey Aurelio. A Monty le presentaríamos después en Buenos Aires a las Madres, y en particular a Porota, de raíces anarquistas, militante en una organización de comunistas libertarias como las Madres de Plaza de Mayo. Tiempo después Monty presentaba su trabajo “Los Labios Apretados” en Castrillón yuno de los presentes, desde la ortodoxia comunista, le reprochó el “tufillo” anarquista que tenía documental. Claro, como que estaba contando una historia de rebeldías cuenqueras en el 34 y 36, pero en particular del aporte de raíz libertaria, de fuerza mayor, de la clase trabajadora de La Felguera. Tras el fracaso de ambos episodios, muchos tuvieron que cruzar el charco con destino a Uruguay y Argentina para escapar de la represión y salvar la vida.
De su visita al Pozu Sotón conservan en la Casa de las Madres de Buenos Airesun pañuelo blanco manchado de carbón asturiano. Porota, que falleció este año, era de una familia que llegaba a Argentina huyendo de la represión franquista. Su padre, anarcosindicalista aragonés, sería asesinado por el franquismo. Porota sufriría después de nuevo la represión de otra dictadura militar, la argentina, que le desapareció a su hija.
¿Cuántas espichas, cuántas fiestas con chiringuitos del PCE, cuántos concursos de bolos, cuántas horas de camareros y cocineras en las corderadas, ha conllevado en aquellas épocas “transicioneras” en nuestra militancia comunista?
Un mes atrás Monty estaba filmando en Siero el homenaje que recibía Vicente García Riestra, comunista sierense, superviviente de los campos de exterminio nazis, y a cuyo homenaje el alcalde anticomunista se negó a asistir y a acompañar la demanda y juramento de los sobrevivientes: “para que el horror nazi no vuelva a repetirse”.
En La Invernal, y su local comunista, ya legalizado, lo mismo que el de La Cerezal, junto al de Sotrondio, el ubicado en Blimea, y el de L´Entregu, ¿cuántas veces y cuántas películas proyectaríamos en una máquina prodigiosa prestada en el polideportivo municipal, de un excesivo peso y complejo manejo, en nuestras primeras automisiones de responsable de cultura? ¿Cuánta demanda, y cuánta atención de aquellas y aquellos comunistas de tremendas historias de represión, de aguante, de resistencia? ¿Cuántas ganas de debatir con filmes que iban desde los obtenidos en la extensa cinemateca de la asociación de amistad con la RDA, hasta las comerciales de las mexicanas de la revolución de hace más 100 años?
Mencionamos la visita de las Madres argentinas al pozu Sotón, ahora reconvertido en un controvertido chiringuito, donde Hebe y Juanita hablaron duro y al corazón de los mineros en el relevo de las 6 de la mañana, entraron al fondo de la mina y charlaron largo y tendido con los ingenieros y con las mujeres del comedor. El mismo en el que acompañamos otras asambleas “políticas” en las que hacían campaña secretarios generales del comunismo astur como Gerardo Iglesias o Francisco Javier Suarez, donde también dieron mítines mañaneros Antón Saavedra o Conchita Valdés.

El “refuerzo” o atrevimiento para tomar unos minutos encima del banco de la lampistería venía de una agrupación comunista de 90 afiliados, cuyas cuotas, cuando dejaron de ser clandestinas, se cobraban a pie de pozo en el día de paga. Ese día del mes en que se pagaba en efectivo, se hacían colas ante la taquilla y hasta se vendían libros en el propio pozu.
A la muerte del dictador, que también se celebra por estas fechas de payares, la fortaleza pecera era hegemónica en las acciones ya no tan secretas, y en el pujante movimiento obrero. ¿Cuántas espichas, cuántas fiestas locales con chiringuitos del PCE, cuántos concursos de bolos asturianos, cuántas horas de camareros y cocineras en las corderadas a la estaca, ha conllevado en aquellas épocas “transicioneras” en nuestra militancia comunista?. Tal vez si alguien tuviera paciencia para recabar datos acabaría con susto.

Los nombres, todos los nombres, resulta imposible rememorarlos y una duda razonable es si los propios archivos del partido conservan dato fidedigno de tanta gente que lo fue, por tiempo corto, por tiempo medio o toda la vida, siendo más probable que en los nunca “limpiados” archivos de la policía estén mejor especificados. De cerca, nos ha tocado la suerte de aprender a destajo, como en la propia veta de carbón, de personajes como Serrano, Canor, la incansable lideresa vecinal y concejala Severina de Blimea, compañera de Ramón minero y cantante de Stukas, Pichi, Ramón Blanco, con el que hacíamos semanas culturales de Extremadura en el local de Blimea, Valentín Vega, el fotógrafo al que acaban de reproducir en mural de gran formato una de sus obras en Lada, Cavite, Antonio de Sotrondio, Llaneza el panadero de Santa Bárbara, y otros centenares de activistas consecuentes.
Hoy, el día en que ponemos estas palabras en escrito para Nortes, dicen que se están cumpliendo cien años del pecé. Los archivos sin embargo se quedan empequeñecidos para abarcar tantísima vida militante, abnegación, propuestas y alianzas que en nuestra tierra se labraron y libraron para intentar transformar las injusticias en vidas buenas.
¡Viva el comunismo y la libertad!