Constancia y discreción. Acerca de Juan José Díaz, ‘Juanjo’

Nunca es tarde para recordar a una buena persona, comprometida y que hizo de la lucha y el compromiso político su forma de vida.

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Héctor González
Héctor González
Es historiador, sindicalista y anarquista.

Hace unos días, concretamente el 8 de enero, fallecía Juan José Díaz Fernández, más conocido como Juanjo el Cejas. Aunque me hubiera gustado poder escribir algo hace días, circunstancias de fuerza mayor me la han impedido, pero no me resigno a no dedicarle unas breves líneas a su persona. Y es que nunca es tarde para recordar a una buena persona, comprometida y que hizo de la lucha y el compromiso político su forma de vida.

Muchos de los que entren en este artículo no conocerán a Juanjo. Normal. Aparte de su avanzada edad, que por fuerza lo mantenía alejado de muchos ámbitos de la militancia, era una persona que se caracterizaba por su discreción. Recuerdo la primera vez que lo entrevisté en el Café Dindurra:nada de grabadora, no es por nada, simplemente no me gustan”. Era la tónica de su militancia, mucha implicación, pero pasando desapercibido. De hecho, es posible que no se sintiera cómodo con estas líneas.

Sin embargo, si hablo de la Academia de la calle Cura Sama, Gesto, CCOO, CRAS, CNT o del Aula Popular José Luís García Rúa muchos lectores podrán situar estas iniciativas en el tiempo y el espacio. En todas ellas participó Juanjo, siempre aportando con su mirada limpia, penetrante y vivaracha, con aquellos ojos que de vivos saltaban por encima de sus pobladas cejas aun cuando la vejez ya arreciaba.

“Era la tónica de su militancia, mucha implicación, pero pasando desapercibido”

Desde joven comenzó a participar en iniciativas de tipo cultural como la Academia de la Calle Cura Sama, Gesto o, ya en los últimos años, el Aula Popular José Luis García Rúa, de la que fue su auténtico alma mater. La cultura popular, la instrucción y la reflexión formal, ética y moral fueron siempre sus grandes preocupaciones, que la gente pudiera aprender a pensar por sí misma, a tener un pensamiento crítico.

Paralelamente se inició en el antifranquismo obrero, formando parte de la Coordinadora Local de CCOO en Gijón, lo que lo llevó a la cárcel a finales de los 60. Posteriormente, reconduciría sus pasos hacia CRAS y, ya en la transición, hacia la CNT, en donde jugaría un papel muy destacado en Hidroeléctrica del Cantábrico.

Siempre al lado de su querido y a la vez admirado García Rúa, hay una anécdota que nos permite entender de quién estamos hablando. Durante la dictadura Juanjo fue elegido enlace sindical por sus compañeros, quienes le conminaron a presentarse en una asamblea de trabajadores. Desempeñó el cargo unos meses, hasta que fue detenido y desposeído del mismo. Ya en la transición, en la CNT se produjo un importante debate acerca de la representatividad sindical: elecciones sindicales sí, elecciones sindicales no. Rúa siempre mantuvo una posición a este respecto que más que negativa, era hostil (¡francamente hostil!) a la participación del anarcosindicalismo en esta fórmula de representación. Juanjo, al igual que en dictadura, aceptaba la decisión mayoritaria de sus compañeros empresa. De boca de Rúa nunca salió una palabra siquiera de crítica hacia sus posiciones o su participación en el sindicato vertical. Ahí es nada. ¡Fíjense en quién era Juanjo!

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