“¿Por qué solo mujeres? ¿Y por qué no? ¿Por qué se cuestiona el hecho de que seamos mujeres y no cuando son solo hombres? Es importante que nos dediquemos nuestros propios espacios”. Así de rotunda se manifiesta Paz Senderos, fundadora de Fem3000. Una iniciativa que este fin de semana ha organizado un encuentro al que se han unido 40 mujeres de diferentes orígenes para hacer un tresmil en el Pirinero catalán, el Pico Mulleres, en la zona de Vielha reivindicando la presencia femenina en la montaña con motivo del 8M.
Los tiempos van cambiando y las mujeres reclaman otros espacios en los que su presencia estaba acotada, silenciada, invisibilizada. ¿Realmente hay deportes de hombres y de mujeres, o todas y todos son tan capaces de su desempeño sin mayor problema? “Tienes que ver a Miriam Marco, guía de alta montaña nivel 3, la única con este nivel en Aragón, pequeñica pero una gran mujer poderosa que es referente para todas y todos que demuestra, frente a otros guías, que la fuerza física no lo es todo”. La que lo cuenta es Blanca Izuel Gastón, presidenta del grupo Montañeras Adebán, con sede en Jaca (Huesca) e implantación en todo Aragón y socias en otras regiones.
“En nuestro caso montamos La Muyerada porque necesitábamos nuestro propio espacio de mujeres. Empezamos con la cosa de quedar, hicimos un encuentro en Quirós y ahí empezamos a crecer y vimos que había una demanda. Entonces creamos el club en 2018”, explica Julia González Fontanellas, presidenta de este grupo asentado en Xixón, pero con más de 100 socias repartidas por toda la región e incluso fuera de ella.
La montaña tradicionalmente se ha presentado como un medio masculino. ¿Cuestión de testosterona? O quizás con una impronta educacional y cultural, como también contaba en Nortes hace escasas fechas Araceli Segarra, una de las referentes montañeras con esa etiqueta, que a ella nada gusta, de ser la primera mujer española en subir el Everest en 1996. Junto a ella la vasca Edurne Pasabán, que ostenta el de la primera en hacer los 14 ochomiles del planeta, o la alpinista asturiana Rosa Fernández, que fundó el club Una a una, que aúna BTT y actividad de montaña. Seguimos con la gallega Chus Lago, las escaladoras vasca Josune Bereziartu y la castellana Iziar Martínez, que con 15 años se convirtió en la escaladora española más joven en encadenar un 8c. Y esta lista sigue incrementándose porque cada día siguen surgiendo más referentes independientemente de sus gestas porque cada vez hay más mujeres en el monte (y sus diferentes modalidades). Y solas con ellas mismas. Es decir, sin compañía masculina.

Y es que realmente hay demanda de mujeres que quieren hacer montaña y que quieren formarse, no simplemente ir en un grupo donde los hombres acaban liderando, de manera consciente o inconsciente, pero es que su dinámica acaba siendo ésta: la de liderar, o “mandonear”, como señala Izuel. Que todas señalan que los espacios mixtos están bien, y que también se lo pasan bien de monte con hombres, pero las dinámicas son diferentes. Algo que también señalaba Segarra. En un grupo de mujeres esas dinámicas son de mayor complicidad e intimidad, más horizontales donde ninguna tiene la necesidad de liderar, de imponer su opinión o demostrar que es la que más sabe, una forma de hacer muy dada en dinámicas masculinas que se podría definir como niputaidismo. Es decir, el hablar por hablar pero con ese halo de paisanismo.
“La Muyerada surge porque nos presta ir juntas, compartir esos espacios, y también porque vemos muy importante formarnos. Y facilitamos la formación a las mujeres porque a veces no encuentran cómo acceder a ella o coinciden con cuatro maromos que lo hacen todo ellos. Es necesario que seamos totalmente autónomas”, cuenta Fontanellas. Es bastante habitual que “se salga con el mozu y los amigos de él y, cuando deja de ser tu pareja, se te acaba el monte. No podemos depender de nadie, y menos de un paisano en ese sentido”. El club es mixto en cuanto a afiliaciones, que superan el centenar, pero las actividades están cerradas a mujeres, fundamentalmente formativas, de comadreo y como punto de encuentro de aficionadas a la montaña en sus varias modalidades. Un espacio en el que también tienen cabida y espacio propio y compartido las mamás araña y su prole. Además de la Junta Directiva se apoyan en una vocalía de voluntarias que aportan y distribuyen trabajo entre el que se encuentran las redes sociales. Este año, por primera vez, están habilitadas para gestionar también licencias de la Federación Española (FEDME).

“Para mí es importante visibilizarnos en el alpinismo. Siempre hubo mucha presencia masculina, y en la mayoría de los casos no se conoce qué es lo que hacen las mujeres más allá de la marca del patrocinio, mientras que de ellos se habla de sus méritos. Muy poca gente conoce lo que realmente hacemos”, apunta Senderos.
Fem3000 nació hace cuatro años “cuando una amiga dejó este mundo y una de sus últimas palabras fueron llévame a todos los picos que hagas. ¿Y por qué no a todos los tresmiles a nivel nacional? Y ahora los hago con amigas. El grupo surge de ahí y lo abrí a mujeres que considero afines al proyecto”, explica la montañera.
La peculiaridad de Fem3000 es que junta skimo (esquí de montaña o travesía), Telemark y splitboard, tres modalidades de deslizamiento. “Me gusta la variedad y mi medio es más el invernal”, cuenta Paz Senderos. Agrupa a 16 mujeres mientras que el encuentro de este fin de semana, tras abrirlo a redes, aúna a unas 40. Entre todas acabaron decidiendo el Tuc de Mulleres para hoy sábado, mientras que mañana domingo harán un taller de pala, sonda y ARVA y rescate en avalanchas con la guía de Alta Montaña Marina Fernández Sanz.
“Aunque esta iniciativa de Fem3000 es mía, la peculiaridad es que todas sumamos. No me considero líder, sino que todas vamos en la misma línea y aportamos lo mismo”, relata.

Comenzó en la montaña gracias a unos padres “muy montañeros”. Con 3 años ya esquiaba y actualmente se dedica al esquí y al snowboard, mezclado con la actividad montañera. Esto es lo que la define. “Nunca se me ha planteado si mixto o no. Mi compi de cordada y montaña es una mujer y me siento súper cómoda, pero no tengo problemas por salir al monte con hombres. Lo que sí es cierto es que las dinámicas son diferentes y una de las cosas que me llevo de Fem3000 es que no hay una líder aunque yo tenga un peso mayor porque es mi proyecto. Pero a nivel técnico no hay líder, como sí pasaría si hubiera algún hombre. Entonces estas dinámicas sí cambiarían”, refiere.
“Mixto o no fue un debate que surgió cuando fundamos el club: si exclusivo de mujeres o queríamos un club que trabajara el feminismo. Al final teníamos bastante claro que para trabajar las estrategias del feminismo hay que hacerlo con ambos sexos: no trabajaríamos el liderazgo en ambos sexos si solo estuviéramos nosotras, y en el espacio mixto sí podemos ejercerlo. Y eso lo estamos viendo y sintiendo”, explica Blanca Izuel.
Adebán significa adelante en fabla aragonesa. Ése es su leit motiv, se podría decir. Surgieron a raíz de la Vocalía Mujer y Montaña de la Federación Aragonesa de Montaña, en la que estaba Astrid García Graels, quien organizó varios encuentros de skimo y escalada y en los que coincidían más o menos el mismo grupo de mujeres. El ambiente en la federación empezó a enrarecerse respecto a la vocalía, de la que salió Graels, y a finales de 2017 empezaron a trabajar en la creación de Montañeras Adebán, que se hizo realidad en marzo de 2018. Acabaron 2021 con 270 personas asociadas. Como celebración anual hacen la invernal del Moncayo.

Los hombres suponen un 15% de su masa social. Unos vienen de la mano de sus parejas, otros vienen motu proprio. Pero todos entienden el espacio en el que están: “se ve que tienen esa manía de mandonear, pero enseguida se dan cuenta de que aquí no, que tienen que respetar a la líder o guía, que siempre es una mujer. Surge natural y vemos que van cambiando las cabezas. El carácter mixto nos aporta mucho porque ellos también ven que hay otros referentes”, explica Izuel. Y cuenta que Alberto Ayora, presidente de la FEDME, es socio de Adebán y que este año se ha federado con ellas.
Tienen sede en Jaca y tienen actividades muy centradas en los Pirineos, pero se abren a otros territorios, sobre todo en verano, época que ofrece más posibilidades. Tienen programación todas las semanas de skimo, escalada, senderismo, contemplan también la bici de montaña y el trail, y están abiertas a las aportaciones de las volbanas: las voluntarias adebanas, entre las que también hay hombres. “Son esenciales en nuestra organización”, dado que la Junta Directiva la conforman 7 personas y la gran infraestructura que manejan, con el grupo Chiquiadebán, la sección juvenil, todo el trabajo en redes sociales gracias a dos encargadas, más luego la formación semanal que reciben en el rocódromo 7Fun de Zaragoza.
Además un domingo al mes tienen un sección en la radio, ‘La mujer escondida’, en el que divulgan referentes femeninas en la montaña con un concurso en el que hay que descubrir a una mujer montañera. Y cuentan con un club de lectura feminista, que es la parte en la que trabajan directamente el feminismo, además de fomentar la formación y mejorar la técnica, y crear afición. Y trabajan, al igual que La Muyerada, con guías con formación específica. “Entre nosotras nos damos fuerza y poderío en todos los ámbitos, no solo la montaña. Trabajamos a full y lo más reconfortante es la satisfacción”, afirma la montañera aragonesa.
Destaca que el perfil ha cambiado: “ahora la minoría somos las mujeres casadas, con hijos y casa y predominan las solteras sin hijos y furgoneta camperizada y las divorciadas con hijos y furgo camper. Las cosas están cambiando para nosotras. La verdad es que hay un montón de gente súper maja en el club y somos referente unas de las otras. El entorno masculino se queda en un segundo plano. Los chicos tienden a proteger, toman esas actitudes quizás inconscientemente que nos hacen caer en debilidades a las mujeres. Y ahora que nosotras nos manejamos en otros ambientes, nos choca muchísimo. Nos gusta que cambien el chip”.