Barbón inaugura el cordón sanitario a Vox

El veto a la extrema derecha, común en otros países europeos, no existe en España, donde los ultras se han normalizado con facilidad en medios e instituciones.

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Nicolás Bardio
Nicolás Bardio
Es politólogo, escritor y creador de juegos de rol.

El cordón sanitario llega tarde, muy tarde. Hace tres años que la extrema derecha de Vox irrumpía en las instituciones democráticas para ir pudriendo cada vez más la convivencia y erosionando los derechos sociales en su estrategia trumpista. Empezó en Andalucía, siguió en las elecciones generales de 2019 (en las de abril y las de noviembre) y en las autonómicas que hubo en medio donde la fuerza ultra obtuvo dos escaños en la Xunta Xeneral asturiana.

El cordón sanitario no siempre estuvo en vigor. De hecho, a principio de la legislatura, un cambio en el reglamento de la Xunta Xeneral para propociar que IU tuviese grupo parlamentario (eran necesarios dos escaños), con todos los recursos que esto significa, acabó generando como efecto colateral que Foro y Vox tuviesen también el suyo. De este modo, lejos de haber un cordón sanitario, comenzamos la legislatura insuflándoles dinero público con el que más adelante pagaron sus vallas homófobas y su propaganda fascista contra Adrián Pumares y Adrián Barbón.

Barbón, el primero en el cordón sanitario

Sin embargo, la entrada en el gobierno de Castilla y León de la extrema derecha, en coalición con el PP, ha acabado haciendo que, aunque tarde, haya una reacción. El Presidente asturiano, Adrián Barbón, anunció que el Gobierno de Asturies va a vetar a la ultraderecha. Así, el jefe del ejecutivo asturiano ha dicho que aunque habrá relaciones institucionales entre presidentes (el presidente es del PP); los consejeros asturianos no se sentarán en las reuniones bilaterales con consejeros de Vox.

“El cordón sanitario nace en Bélgica con la exclusión de la extrema derecha independentista del Vlaams Blok”

Adrián Barbón y Asturias se convierten así en pioneros del cordón sanitario a Vox que, hasta el momento, ningún otro partido ni ningún otro mandatario dentro del PSOE habían aplicado. Sí es cierto que en ocasiones ha habido abandonos de platós por parte de líderes como Pablo Iglesias en el debate en la SER sobre las elecciones madrileñas, pero ni esto ha sido lo habitual ni se ha dispensado un trato distinto a los parlamentarios de Vox que a los de otras fuerzas. De hecho, fuera de campaña electoral no era raro ver a diputados de Vox y de Podemos riendo juntos fuera del escenario político; como sucedió con la polémica en la que Espinosa de los Monteros y el propio ex-líder de Podemos, Pablo Iglesias fueron fotografiados de risas.

Esta acción de no aceptar reunirse, es la primera acción que un político español toma de cara a establecer un cordón sanitario a Vox. Si bien en Asturies y en España esto es una noticia (y así ha aparecido en los medios, como algo novedoso, pues es novedoso), en otros países es lo estándar. El cordón sanitario, no sólo su aplicación, sino también el propio término, nace en Bélgica con la exclusión de la extrema derecha independentista del Vlaams Blok de las negociaciones gubernamentales. Allí, además de un bloqueo total a cualquier pacto con la ultraderecha (que hace, por ejemplo, que todos los partidos demócratas apoyen a la segunda fuerza en los municipios donde los extremistas son primera), tiene aplicaciones a nivel mediático y de deontología periodística en la zona francófona, donde el Consejo Superior del Audiovisual ha dado una serie de pautas sobre el tratamiento mediático que aún se enseñan en las facultades de ciencias de la información. Así, en Bélgica, la extrema derecha no está invitada a los debates políticos como sí ocurre en medios públicos españoles como TVE y la TPA. ¿Será esta acción de Adrián Barbón “un hecho aislado” o vamos, por fortuna, hacia una toma de conciencia de la clase política democrática de los peligros de la ultraderecha? Sea como fuere, urge más acciones como las del presidente asturiano y, sobre todo, urge que los medios de comunicación de titularidad pública que se rigen por preceptos democráticos y constitucionales comiencen a hacer su parte del trabajo. Hay tarea por delante y mucha.

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