En general, la política local en Oviedo discurrirá de una forma análoga a la del resto de la España urbana. Por un lado, una derecha que presentará dos caras: la del Partido Popular y la de Vox que encontrarán siempre capacidad para pactar y gobernar. En Oviedo más si se tiene en cuenta que el actual alcalde y previsible candidato del PP, regido por percepciones políticas arcaicas y de gran elementalidad, no distingue bien la diferencia sustancial entre ambas derechas a las que considera dos estados emocionales distintos pero poco más. Por otra parte, la desaparición de Ciudadanos, que lleva aparejada la incorporación de algunos de sus exponentes más venales y oportunistas a la esfera personal del alcalde, provocará en Oviedo una total unidad de acción de la derecha local que será claramente reaccionaria e inmovilista. No hay más que observar que tras tres años de gobierno ejercido desde la crítica “chanante” al anterior ejecutivo local la ciudad sigue instalada en los que parecen ya sempiternos proyectos, incapaz de tener una estrategia ambiciosa hacia el futuro. Esta ha sido una alcaldía siempre a la altura de su primer incidente berlanguiano relacionado con la diferencia, digna de Barrio Sésamo, entre público y privado.
“Sin fuerza gravitatoria por la izquierda el PSOE local buscará el concierto con los mismos sectores empresariales”
Al igual que en el resto del país, el socialismo local, en plena reorganización, seguirá el cauce general por el que discurre todo el partido socialista y, en general, toda la socialdemocracia europea, más tendente a la visión liberal-progresista que a involucrarse en programas de cambio profundo o reformismo fuerte de las estructuras socioeconómicas. Esto también tiene un impacto en las políticas locales a la hora de establecer, o no, límites a cierta derecha anidada en algunas estructuras empresariales muy identificadas con las ideologías conservadoras o, también, a la hora de definir y construir un fuerte sector público local y un sistema de participación ciudadana robusto.
Sería un grave error de juicio pensar que el campo progresista se puede articular en Oviedo sin el partido socialista, pero es casi un axioma que una estrategia de cambio real sólo depende de la capacidad de construir, más allá de él, un polo político a su izquierda comprometido con la transformación y dispuesto a abordar las reformas fuertes que necesita toda sociedad, también la de Oviedo. Por ejemplo, en el uso y destino de los terrenos de la Fábrica de Armas, la definición del barrio del Cristo o el cambio en la entrada de Oviedo. Lo hemos visto en el fracaso del acuerdo mayoritario con respecto a la Ronda Norte. Sin fuerza gravitatoria por la izquierda la organización socialista local buscará el concierto con los mismos sectores empresariales elitistas e interesados en su propio enriquecimiento personal con los que hoy ya pacta a través de un Ciudadanos en plena agonía.

El reformismo fuerte en Oviedo tiene que comenzar a organizarse. IU, a pesar de su innegable debilidad local, puede aportar una estructura en plena recuperación en toda España. Puede, por tanto, aportar fuerza impulsora materializada en distintos aspectos. El nuevo polo transformador debiera organizarse de forma que amplíe la fortaleza de todos sus componentes sociopolíticos -incluidos los partidos políticos- e incorporando a personas que no pertenecen a ningún colectivo. También tiene que llegar a sectores que no se autodefinen de izquierdas pero que comparten gran parte de nuestros valores y objetivos, siendo en Oviedo el regeneracionismo democrático uno de los más importantes de esos ámbitos cívicos. El polo transformador, como gran parte de los valores de la izquierda, puede viajar mucho más lejos de lo que lo hacen las organizaciones de izquierda. Nuestros principales y valores nos trascienden, aprovechémoslo. Parte de la teorización política surgida tras el 2014 es muy útil, como también lo es el análisis de sus errores, siendo el adanismo, el mito de la confluencia y la concepción antipartido tres de los principales desaciertos.
“Tiene que llegar a sectores que no se autodefinen de izquierdas pero que comparten gran parte de nuestros valores y objetivos”
Debido a la gran diversidad ideológica y estratégica que indudablemente presentará una alianza del reformismo fuerte, el esfuerzo para garantizar su indispensable eficacia política habrá de centrarse más en la capacidad para dirigirlo con habilidad, es decir, de acuerdo con el nuevo contexto político, que en su estructuración orgánica y programática, algo mucho más simple. Será necesario un ejercicio de liderazgo pragmático, realista, de altura y talento político que tendrá que ser ejercido siempre en beneficio de las metas y objetivos finales que se marquen y que en Oviedo han de servir para superar a una derecha involucionista que se radicalizará cuando se sume Vox al ejecutivo.

La alianza de la izquierda en Oviedo puede generar un nuevo modelo de colaboración entre distintas culturas políticas que desean “crecer y multiplicarse”, pero que pactan una unidad de acción en el marco de una competición virtuosa entre ellas. El respeto tanto a la insoslayable diversidad interna de la propuesta política, como a la unidad de propósito que exigirá de forma absoluta toda la base social y electoral que la apoye, garantizará su capacidad para gobernar con acierto, sobre todo si el gobierno es de coalición con el socialismo local. La complejidad sólo se embrida desde la aceptación de su inexorabilidad, premisa que faltó en las bases conceptuales de ciertas impugnaciones de lo real y en la hipóteisis Unidas Podemos en cuanto casa común superadora de siglas tomadas por meros elementos instrumentales cuando son expresiones de la irreductible pluralidad de ideas del mundo político. También, lo complejo se gobierna desde su orientación hacia la simplicidad de las grandes metas finales.

El polo transformador y reformista fuerte tiene que mancomunarse, no existen razones políticas para lo contrario. Tal vez explicaciones de orden personal. No hacerlo es una grave irresponsabilidad de quienes somos dirigentes políticos, porque otorga gratuitamente campo abierto a la derecha realmente dirigente, que no es la que se sienta en el despacho del Alcalde, sino la que le dirige para sacar beneficio económico de los bienes públicos como la Fábrica de Gas o los espacios comunes antes mencionados. Contamos con experiencia suficiente y con la percepción de una mayoría social que entiende que Oviedo está detenido para ellos pero no para la élite económica. Hay una oportunidad para diseñar una alternativa sólida de reformismo fuerte que sea mayoritaria en el campo progresista. Hagámoslo ya, realicemos una convocatoria conjunta por Oviedo a todos los sectores reformistas. Demostremos nuestra capacidad para entender y admitir nuestros desaciertos pasados. Hagamos visible, ahora que queda un año para las próximas elecciones, que hay una opción distinta a este alcalde accidental, en todos lo sentidos, incluso para la derecha. Sólo en el momento que seamos capaces gobernar nuestras diferencias -no hacerlas desparecer-, generaremos, de nuevo, esperanza de cambio, que es el único combustible válido para alcanzar el gobierno y dirigirlo con eficacia.