Conocí a Gabino Díaz Merchán en los años de la Transición. Siendo él, Arzobispo de Oviedo y yo un estudiante universitario que militaba en la JEC y en el PCE. Desde que le conocí supe que estaba ante un hombre esencialmente bueno y libre. No siempre coincidíamos pero yo valoraba su rectitud y coherencia, su flexibilidad y firmeza.
En lo esencial fue un hombre del Concilio Vaticano II, lo que para la derecha asturiana y española era casi tanto como decir que era un rojo, como se le increpó en más de una ocasión. No, Don Gabino no era un rojo, pero tenía una profunda conciencia social y un fuerte compromiso con la libertad que le llevaba a no compadrear y a aguantar las presiones que recibía desde ámbitos económicos o políticos.

Me resulta insultante que el actual arzobispo de Oviedo pretenda emparentarse (“fue un padre o un hermano mayor”) con él. Su ADN ultraderechista nada tiene que ver con el de un arzobispo que mantuvo abierta la catedral de Oviedo, la misma de “La Regenta”, para los trabajadores durante varios meses y que se caracterizó por priorizar la acción social de la iglesia
Con el transcurrir del tiempo, propusimos desde el grupo parlamentario de IU en la Junta General, mi grupo político aquel entonces, que se nombrase a Don Gabino hijo adoptivo de Asturias. En la comisión parlamentaria se aprobó por unanimidad formal, aunque con mucha incomodidad por parte de las derechas (no era de los suyos) y los socialistas (por un anticlericarismo infantil), de tal manera que la mesa de la cámara impidió que se llevase a Pleno y se visibilizase más y mejor tal nombramiento.
Hoy se puede comprobar que Don Gabino es un digno hijo adoptivo de Asturias. Con mayor o menor sinceridad nadie niega la mayor y todos elogian su hacer.
Al parecer era un hombre bueno en el mejor sentido de la palabra, pero una golondrina nbo hace verano. Su bondad y su conciencia social no salvan a una Iglesia que, especialmente en sus altas esferas, lo menos que hizo fue contemporizar con el y lo más, bendecirlo y azuzarlo contra el pueblo, especialmente contra la clase obrera.