Primarias, encrucijadas y dilemas

La situación del PSOE se vuelve más problemática con Ana González que con cualquier otra persona como candidata.

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Víctor Guillot
Víctor Guillot
Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon.

La Agrupación Socialista de Gijón vive la mayor encrucijada de toda su historia y padece el mismo dilema de siempre. Analicemos la encrucijada. Si Ana González lograse repetir como candidata, abortado el proceso de primarias, el PSOE no sacaría más de 8 ediles en los próximos comicios municipales según el sondeo que maneja su propio partido. Esto significa que el PSOE perdería 3 de sus 11 ediles. Los datos publicados hasta la fecha sólo nos hablan de 10, en el mejor de los casos, pero no mencionan a un candidato definido, es decir, no citan a Ana González ni a nadie que la sustituya. Quiere decirse que quien se presente a las primarias ya sabe que juega con un gol menos de ventaja y también que la profesora de literatura está arrastrando a sus siglas más allá de la nebulosa política de la irrelevancia.

Con la alcaldesa al frente de la candidatura, el resultado del PSOE en las próximas municipales puede ser catastrófico. La situación del PSOE se vuelve más problemática con Ana González que con cualquier otra persona como candidata. Por eso, quince afiliados salen a buscar avales como heraldos hasta el próximo 15 de septiembre. Necesitan, al menos, 592 firmas para iniciar un proceso de primarias que permita al partido escapar de un horizonte de sucesos cuya gravedad podría descomponer la materia de la que ha estado hecha el socialismo gijonés durante los últimos 40 años hasta conducirlo a la nada, atrayendo consigo, además, a otros asteroides de mayor masa política, como la FSA, hacia un colapso electoral que dejaría huérfano de izquierda al gobierno autonómico durante una larga temporada. Cualquier expectativa racional de éxito para Barbón pasa por otro en la Agrupación Socialista y, en este contexto, Ana González sólo es una estrella muerta que repele al votante. Lo demás es todo una entelequia.

“La situación del PSOE se vuelve más problemática con Ana González que con cualquier otra persona como candidata”

La alcaldesa ha pasado unos días de vacaciones. Su ausencia le ha librado de una gran pitada este fin de semana durante el Campeonato Hípico que se celebra cada año en Las Mestas. Hubiera sido otra encuesta, a pie de calle, a lomos de un hermoso corcel, espontánea, instintiva, nítida, definitoria… Habría sido noticia. No hacen falta demasiados sondeos para saber que Ana González ha roto la convivencia ciudadana a lo largo de estos últimos tres años y medio. También ha convertido los ocho de inmovilismo político de Carmen Moriyón en un aparente ejercicio de pax republicana. La alcaldesa no llega ni al cuatro en la valoración que se hace de ella entre los encuestados del sondeo que maneja la Agrupación. Es, con diferencia, la peor valorada de todos los regidores que ha tenido la ciudad en su historia democrática.

El respaldo de Barbón de hace un par de semanas solo produce indolencia entre la militancia. Es el efecto devastador de la necedad política, intensificada más aún después de que Adriana Lastra haya perdido su varonía en la Ejecutiva Federal del PSOE. Quiere decirse que estos últimos seis meses han sido feroces para la FSA y, sobre todo, para el SOMA. La única salida a todo este “barullo” creado por el aparato regional es una salida racional y democrática, o sea, unas primarias, que den salida a las aspiraciones legítimas de una nueva dirección local que plantea otras coordenadas políticas para resolver airosos las próximas elecciones y recomponer la confianza con la ciudadanía desde la izquierda. No está de más volver a recordar que la situación orgánica de la federación asturiana plantea un serio problema a su ejecutiva. Llanes, Avilés y Gijón vuelven a ser, de una u otra manera, territorios díscolos, desafectos al SOMA, a Alperi, a Llamedo, a Barbón, a Lastra. A eso se suma la incapacidad que hay en Oviedo para encontrar un candidato solvente a la alcaldía. Delia Alonso no está por la labor de plantarle cara a Canteli. Otro “barullo”.

Una vez definida la encrucijada, es importante saber cual es el dilema que empuja a confrontar a la dirección socialista de Gijón con el SOMA. Y como decimos más arriba, el dilema sigue siendo el mismo de siempre, a saber, entre quienes proponen primarias convencidos de que es lo mejor para volver a gobernar ciudad y entre quienes defienden la exclusiva legitimidad de Ana González a ser nuevamente candidata, resignados a una alcaldesa políticamente amortizada que permite mantener el control del partido.

Monchu García, secretario del PSOE gijonés. Foto: Paco Paredes/EFE

El socialismo de este ayuntamiento ha perdido la confianza del pueblo. Estas cosas son complejas y admiten más de una razón. Pedro Sánchez abdicó hace meses del sanchismo y sigue produciendo futuro, a la sombra de un capitalismo inhumano que desangra los bolsillos de sus ciudadanos en cuanto aprietan el interruptor de la luz. El nuevo Sánchez ha comprendido que los intereses generales de los españoles, su clase obrera, mayormente, está por encima de los intereses de sus siglas. Por esa misma razón, la agenda de Adrián Barbón está tan alejada de la agenda del presidente del gobierno de la nación. La historia siempre es irónica y estamos viviendo ese momento cínico en el que los socialistas que hace tres años se colgaban el blasón del sanchismo, hoy caminan solos, renegando de las primarias.

José Ramón García, Monchu, está demostrando tener, junto a su mano derecha, César González, un gran liderazgo y la misma determinación que un tren expreso desde que decidió ser candidato a la Secretaría de la Agrupación. Su apuesta por las primarias está alimentada por los resultados de una encuesta cuyo conocimiento parcial es demoledor y su conocimiento total sólo invita a un suicidio colectivo. Hay algo muy homérico en este encrucijada. Sartre defendía la política como una factoría de futuros y no como un ejercicio de soberbia que desemboque en la crispación. Defender las primarias es proteger la democracia y el futuro de las izquierdas en Gijón. Cada gesto, cada palabra, cada decisión de Monchu es adoptado como una apuesta a doble o nada desde que decidió liderar su partido. Esta tiranía de la derrota personal en el horizonte político también ha movido a una gran parte de la militancia a buscar avales, dispuesta a jugársela con todas las consecuencias.

Pero en el proceso de firmas también hay un discurso político y, como suele suceder, el diablo está en los matices. La determinación de Monchu no está reñida con la inteligencia. Su papel ahora no consiste en defender alternativas a Ana González sino en proteger un proceso democrático reconocido en los Estatutos del PSOE aprobados en el 40º Congreso Federal. Promover primarias no es solo una oportunidad para afianzar la democracia, es también una obligación reglamentaria. Impedirlas podría someter a su ejecutiva a una grave sanción. Su decisión, por lo tanto, no compromete su cargo aunque tensiona el partido hasta límites que no se habían vivido desde que Vicente Álvarez Areces fuera designado candidato de la Agrupación a la alcaldía de Gijón en la famosa asamblea que tuvo lugar en la Universidad Laboral hace casi 40 años. Entonces el alcalde era otro socialista, José Manuel Palacio, cuyo proyecto político había llegado a 1987 completamente obsoleto y Vicente Álvarez Areces ni siquiera era afiliado del partido. El giro político impulsado por el secretario socialista de entonces, Francisco Villaverde, permitió que la ciudad iniciara un proceso de transformación ejemplar. Ahora, Monchu ha sabido leer la novela de una ciudad que permanece estancada en un modelo de gestión que impulsó a su pueblo hacia la modernidad, en 1987, dotándolo de nuevos barrios, servicios y equipamientos, incluidas una regasificadora y un puerto. Pero también ha sabido leer que el futuro exige un nuevo impulso transformador que resitúe a Gijón en un nuevo tiempo, para el que no acaba de estar preparado después de 11 años de estancamiento y controversia. La política es una factoría de futuros.

Como entonces, vuelven a confrontar en el seno de la organización los que apuestan por ese cambio frente a los que sólo ansían controlar la dirección del aparato local. La tensión acumulada dentro del partido se disolvería con la simple aceptación de Ana González. Desbloquearía un proceso que, lamentablemente, Adrián Barbón ha tildado de “barullo”, restándose así mismo la dignidad democrática que le aupó hasta la dirección de su Federación y a la presidencia de un Gobierno a la que, en un primer momento, había renunciado.

La democracia, aunque algunos traten de vestirla con su propios ropajes, nunca es un barullo. Entre los nombres que el SOMA ha filtrado como posibles candidatos a esas primarias que no quieren, se ha deslizado el de María Luisa Carcedo, ex ministra de Sanidad y mano política de José Ángel Fernández Villa en las décadas ominosas del sindicato obrero. Su nombre sólo expresa la escasa fiabilidad que Alperi y compañía han depositado en Ana González y el “barullo” orgánico en el que vive Jimena Llamedo, secretaria de Organización de la FSA.

Sea como fuere, la Agrupación Socialista de Gijón sienta un gran precedente en la historia del PSOE: es la primera vez que la organización trata de deponer a su regidora por la vía de las primarias. Hace tres años, afirmamos que Ana González no volvería a repetir en el cargo. El tiempo va despejando esas verdades vertiginosas que, en ocasiones, sólo la intuición permite anticipar. Adriana Lastra desterrada de Ferraz, Barbón desconectado de la agenda de Sánchez y una alcaldesa cuestionada por su propia militancia que sólo puede presentar a los próximos votantes un legajo de papeles y licitaciones. Qué puede salir mal.

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