A comienzos del siglo XIX, en las competiciones de la elitista Universidad de Cambridge nació la tradición de entregar como premio, además de los trofeos habituales, una cuchara de madera, o de palo, como guste. Se trataba de un trofeo, un tanto deshonroso, reservado al equipo que llegaba último en las carreras. Un galardón irónico para los derrotados. Hoy día se entrega entre risas, no solo de los asistentes, sino de los propios agraciados con la humilde cuchara, ya que aunque perdedores en una competición deportiva, no dejan por ello de ser miembros de una élite social siempre ganadora.
Si hablamos de las citas electorales como competiciones deportivas entre partidos, ser el último entre los receptores de los votos de la ciudadanía tiene consecuencias menos simpáticas que obtener un sarcástico premio de madera. Puede suponer no tener ni un solo representante en las instituciones o, si se obtiene alguno, no alcanzar a formar grupo parlamentario, o no ser necesarios para garantizar la gobernabilidad o ser demasiado débiles para hacer una oposición efectiva a políticas dañinas de quienes gobiernan. Con el tiempo puede conllevar la extinción del partido, al no ser visto por los votantes como útil para tener un impacto positivo en las políticas y en su vida diaria.
Una encuesta de diciembre pasado de Sigma-Dos, sobre los hipotéticos resultados de las próximas elecciones autonómicas y municipales en Asturias, deja claro que los grandes perdedores serán Ciudadanos, con un 4,5% de los votos. Sin embargo, sus ex-votantes pueden encontrar fácil acomodo en el PP y Vox, visto que defienden postulados muy similares. Sigue a la zaga la izquierda, entendida como tal Izquierda Xunida, con un 6,4% y Podemos, con un 8,8%. Todo anuncia que las fuerzas políticas con un programa transformador en defensa de los derechos y de los servicios públicos – si van unidos – obtendrían hasta 2 escaños más que los 5 o 6 esperados, en una Junta General de 45 diputados. Con la suma de esos escaños podría optar a un gobierno de coalición con la FSA, con un total de 26 diputados. Si Podemos e IU juegan bien sus cartas, Asturias podría tener próximamente un gobierno progresista sustentado en una cómoda mayoría absoluta.
Sin embargo, como en toda película de suspense, no está tan claro que el héroe (el proyecto político transformador) salga airoso. Y no porque el malo de la película (el status quo) se empeñe en torpedear al protagonista, sino porque el héroe está decidido a ser su propio “peor enemigo”. Así, cuando no encuentra suficientes obstáculos, se inventa uno o varios, con todo tipo de excusas.
En las regatas entre los equipos de Cambridge y Oxford, las dos embarcaciones suelen avanzar al mismo ritmo hacia la meta, con una ligera ventaja para el barco que cuenta con el mayor favor del público. Pero nadie entendería si, contra todo pronóstico, la mitad de los remeros de una de las embarcaciones comenzará a remar en la dirección contraria. Son demasiados los ciclos electorales en los que hemos visto una y otra vez a los partidos de izquierda remar en distintas direcciones, con múltiples escisiones y desapariciones, y renunciar con ello a representar adecuadamente a una mayoría social que comparte sus ideales.

IU Asturias, con su 6,4% en las encuestas, ha expresado claramente su voluntad de formar una sola candidatura en beneficio de los votantes de izquierdas mediante “Convocatoria por Asturias” y a integrar el futuro gobierno. Esta iniciativa de unidad solo la puede liderar Podemos Asturias, con su 8,8% de intención de voto. Pero Podemos Asturias no está ni se le espera. Todas sus energías están actualmente volcadas en una lamentable batalla interna entre los miembros de la dirección y los ganadores de las primarias, que han dado como candidata a la Presidencia del Principado a Covadonga Tomé. Los remeros de Podemos Asturias se esfuerzan por empujar la embarcación en direcciones opuestas, lo más lejos de la meta posible. No parecen estar compitiendo políticamente por el gobierno de Asturias, sino peleando con uñas y dientes por disputarle a Ciudadanos la cuchara de madera. En su empeño por alcanzar una victoria moral de unos sobre otros, olvidan las causas justas que informa su programa político.
Tal vez, si les sentásemos a unos (los autoflagelantes) y otros (sus antónimos) en el diván de un psicoanalista descubriríamos que los primeros, en su afán de solidarizarse con los perdedores de este mundo, han de convertirse ellos mismos en perdedores. Su elevado idealismo sólo puede estrellarse con la realidad y verse aplastado a sangre y fuego por la reacción: La profecía autocumplida del poeta romántico suicida. Pero más preocupante si cabe para los y las asturianas están los segundos, que en un ejercicio de autoritarismo (a secas), que parece responder más a un odio enquistado (a las personas y/o las ideas) que a una decisión razonada, han decidido purgar esta semana a quienes desean un partido más apegado a la realidad de Asturias. Su decisión de expulsar a activistas reconocidos por la militancia parece irrevocable, el enésimo episodio de lucha fratricida que se salda con vencedores y vencidos en lo interno, pero derrotados todos sin excepción en el plano electoral.
“El diagnóstico de los problemas que sufre Asturias como tierra de sacrificio es de sobra conocido”
No, no todos en esta lucha interna de Podemos Asturias “son iguales”, pero a la ciudadanía poco le importa quien tenga o no la razón, ya que el resultado de tanta discordia es el mismo: la falta de una alternativa de izquierdas viable y un panorama desolador para su tierra.
El diagnóstico de los problemas que sufre Asturias como tierra de sacrificio es de sobra conocido. No vamos a detenernos en los males endémicos de las listas de espera, el deterioro de los servicios públicos, la precariedad laboral y el desempleo, el éxodo de los jóvenes y el envejecimiento acelerado del resto de la población, el desmantelamiento de las actividades productivas, el deterioro de la infraestructura ferroviaria, la contaminación industrial, la tributación en Madrid de los beneficios generados en Asturias, el abandono del medio rural y de las cuencas mineras, y la apatía generalizada que lleva a tantos a repetir lacónicamente “Ye lo que hay”. Sobra recordar que este desánimo, esta idea de que Asturias no tiene futuro, está entre las diversas causas que llevan a la región a liderar el triste ranking en tasas de ansiedad, depresión y suicidio.
Solo esto debería bastar para hacer reaccionar a Podemos Asturias y buscar una mediación constructiva en su conflicto interno para dedicarse a combatir juntos al verdadero enemigo. Si no son capaces de hallar soluciones para resolver sus propios problemas, ¿Por qué debemos creer que tienen la solución a los problemas de Asturias?
Mientras tanto, la FSA de Adrián Barbón, que parece haber olvidado sus comienzos en la mina y en las luchas de los trabajadores, se congratula. Con un programa más que dudoso, el PSOE en Asturias sigue cooptando el voto de la izquierda, con la maquinaria bien engrasada para preservar el status quo y gestionar el inexorable deterioro de Asturias. Si bien es muy probable que necesite de Podemos e IU para mantenerse en el poder a partir de mayo, en la negociación de una hipotética coalición de gobierno, podrá fácilmente doblarle el brazo a un Podemos debilitado por sus luchas intestinas.

En proporción a su apoyo electoral, la combinación de Podemos e IU debería de optar a al menos 2 consejerías en el gobierno, con Covadonga Tomé (médica pediatra de profesión) como Consejera de Salud. Pero esto solo será posible si la dirección y los candidatos de Podemos aparcan sus diferencias y se colocan todos, sin excepción, detrás de una única estrategia, una para entrar en el gobierno y llevar a cabo su programa.
A pesar de las últimas dramáticas decisiones de Podemos, tanto de Asturias como Estatal (no olvidemos que las expulsiones anunciadas esta semana las firma la “Comisión de Garantías Democráticas Estatal”), aún están a tiempo de darse una tregua o, mejor todavía, de Firmar la Paz. Sentándose a la mesa, haciéndose cargo de todo los que les une, decidiendo juntos esa estrategia y presentándose ante la opinión pública -y ante la FSA- como un frente unido. En definitiva, de remar todos en la misma dirección para alejar la embarcación de la corriente que amenaza con estrellarse contra las rocas y dirigirla hacia la línea de meta.
Y así conceder la cuchara de palo a quienes, durante décadas, se han venido beneficiando del sufrimiento de la mayoría social de Asturias y no condenar a la orfandad a los miles de asturianas y asturianos que han puesto su confianza en Podemos.