Marina Ruiz es la presidenta de la Asociación de Emigrantes y Retornados de Asturias (AEERA), cuya sede está en Gijón. También ella es retornada. Aunque nacida en Galicia, de padre asturiano, a los pocos meses de nacer fue llevada por sus padres a Bélgica y no regresaría a Asturias para vivir hasta la edad adulta. Desde su regreso han pasado más de treinta años. Afirma que no fue fácil regresar. “Una cosa es venir de visita por los veranos y otra adaptarte a vivir en un país en el que no te has criado aunque hables el idioma perfectamente. Había prejuicios, gente que me llamaba ‘gabacha de mierda’.” Marina cuenta cómo la asociación nació en el año 2000 con la iniciativa de unos retornados asturianos que habían vuelto de Alemania. “En un principio, se instalaron en un local solo con la intención de reunirse y hacer las actividades, pero luego la cosa creció.” Empezaron a ver que la gente que retornaba o quería retornar tenían dudas sobre “muchos papeleos” y acabaron creando una oficina que acabó convirtiéndose en la asociación que es hoy en día. “Tenemos 4.000 socios y socias”, concluye dejando asomar una sonrisa triunfante. Aun así, a pesar de su experiencia todos estos años, nadie del gobierno ha contactado con AEERA para recabar información o asesoramiento.
El gobierno asturiano ha anunciado que quieren hacer un plan para el retornado. ¿Qué es lo que saben sobre él?
En realidad, no mucho. Que quieren copiar el de Galicia.
¿Están contando con ustedes para la elaboración del plan?
Con nosotros no ha contactado nadie.
¿Creen que es necesario un plan para el retornado?
Sí, si de verdad es beneficioso para el retornado. No se cómo será el plan, pero tendrán que ofrecer algo de verdad porque me imagino que no pretenderán que la gente viva con el subsidio para mayores de cincuenta y dos años que hay ahora mismo para regresar, unos 430 euros.
En general, la gente más joven no está mostrando ganas de venirse.
¿Cuál es el perfil del retornado asturiano actualmente?
Es gente que ha trabajado en otros países, principalmente europeos, durante décadas y que ahora tiene una jubilación. Son gente que viene del baby boom de los años sesenta. Nosotros les ayudamos a regresar y a mantener esa pensión, además de realizar todo tipo de documentación necesaria. Últimamente también estamos recibiendo gente de América Latina.
Según el INE, la mayor parte de los asturianos que viven ahora mismo en Europa son gente en edad de trabajar, entre los 18 y los 65 años.
No es el tipo de perfil que está llegando. Si el plan se lleva a cabo, tendrá que tener en cuenta cómo atraer a toda esa gente, porque ya digo que principalmente quieren venirse jubilados. Es cierto que durante la pandemia hubo una oleada de gente de todas las edades que se marchó de esos países a la desesperada. En general, la gente más joven no está mostrando ganas de venirse. Tienen sus trabajos y familia allí.
Entonces, ¿hasta qué punto un plan del tipo que se quiere llevar a cabo puede servir para atraer asturianos en edad de trabajar?
Deberían ofrecer trabajos, tal vez la cosa así cambiaría. Trabajos de calidad, con ingresos que permitan tener un nivel de vida, al menos, similar a esos países en los que están. De otra manera lo veo complicado.
¿El retornado se instala más en la ciudad o en el ámbito rural?
Mucho más en ciudad.
¿Cuáles son las necesidades del retornado y qué servicios les ofrece desde AEERA?
Ayudamos a poner en regla la sanidad y el tema de las pensiones. Muchos de ellos no tienen derecho a sanidad cuando llegan porque solo trabajaron allí y solo tienen una pensión del otro país. Todo eso les ayudamos a tramitarlo aquí. Si tienen que cambiar de banco, si tienen que pedir documentos, bajas consulares, bajas o altas de los ayuntamientos. Aquí hablamos varios idiomas y tenemos que estar en contacto con las administraciones de otros países y, por supuesto, con la nuestra también. Les ayudamos en todo ese proceso burocrático.

¿También prestan servicios a hijos de emigrantes que han nacido en otros países?
Ayudamos tanto a la gente que emigró como a los hijos de esos emigrantes que nacieron allí y que ahora quieren volver a Asturias. Ahora bien, si una persona no ha emigrado, pero por solidaridad quiere ser socio de AEERA, puede serlo.
¿Tienen problemas de tributación cuando llegan estos jubilados?
Sí. Desde el año 2015 existe la obligación con Alemania de que todos los pensionistas alemanes que residan fuera de Alemania tienen que hacer una declaración de la renta. Los que retornan a España tienen esa obligación. Todas las pensiones tienen esa obligación. Se ha generado una doble imposición al residir en España. Están obligados a hacer la declaración de la renta de acuerdo a las leyes españolas y tienen que declarar los ingresos extranjeros también, como en este caso es el de Alemania. En Alemania tienen que pagar un impuesto, aquí también. De ahí la doble imposición. Desde AEERA tratamos de evitar esta situación trabajando mano a mano con la hacienda alemana.
“El cambio de mentalidad es un choque cultural también para los retornados”
¿Y este problema existe con otros países?
Sí. Con Francia, por ejemplo, aunque tengan nacionalidad española y tengan una jubilación de más de quince años, automáticamente les quitan para pagar a Hacienda. Bélgica ahora mismo también está mandando cartas y borradores de declaraciones de la renta. Y desde aquí, trabajando con las distintas haciendas públicas de esos países, tratamos de impedir esa doble imposición. Porque, ¿qué hace la gente cuando le llega una carta de Hacienda? Temblar, ¿no? Da igual del país que sea. Así que mucha gente rellena los documentos y los mandan. Y ahí ya estás perdido. Tratamos de evitar que no pase eso.
Más allá de los números y los papeles, ¿los retornados suelen integrarse bien en España cuando regresan?
A veces es difícil. La gente también crea identidad y comunidad en esos países. El cambio de mentalidad es un choque cultural también para los retornados. Y la gente de aquí no siempre lo entiende. A veces incluso hay prejuicios con la gente que regresa porque piensan las cosas de otra forma, tienen otros hábitos. Siempre digo que los retornados hemos sufrido los prejuicios en el extranjero y luego aquí al regresar.