Se cumplen por estas fechas seis décadas desde que Ernst Jünger publicó “La emboscadura”, un ensayo sobre la posibilidad de ser libre en la sociedad moderna, donde dejó escrito: “Librar del miedo al ser humano es mucho más importante que proporcionarle armas o medicamentos, pues el poder y la salud están en quien ha vencido al miedo”. Ese espíritu es el que sostiene las páginas de “La huella del lobo en la cultura y el territorio cantábricos” (Editorial Librucos), del geógrafo y naturalista cántabro Jesús García Díaz. Frente al ruido y el alarmismo que rodean a las polémicas sobre la protección del lobo, este libro aboga por conocer y valorar el patrimonio natural y cultural de la especie.
¿El miedo al lobo se debe al desconocimiento?
Sí, en general todos los miedos vienen de la ignorancia, y el del lobo no es una excepción. Al amparo del desconocimiento, el lobo se ha utilizado para infundir miedo, y eso ha calado en las sociedades.
¿Las leyendas y el folklore nos ciegan en nuestro acercamiento al lobo?, ¿necesitamos una especie de ilustración lobuna para superar el mito?
De alguna manera sí. Creo que con el lobo, cuando todo el mundo opina o habla sobre el lobo, hay un problema, que es la opinión muy fuertemente mediatizada por las ideas preconcebidas. Eso dificulta mucho el entendimiento de lo que es el lobo, como patrimonio natural y como un valor cultural. Eso está detrás de ese fenómeno de controversia que siempre se asocia a la opinión sobre el lobo. Se parte de posiciones iniciales difícilmente modulables, y debería haber un intercambio de conocimientos sobre esta criatura.
No hay ningún animal que suscite tantos apasionamientos y genere posturas tan enconadas como lo hace el lobo
El lobo es el animal que más pasiones despierta en uno u otro sentido, pero en torno al cual es más difícil llegar a elementos de entendimiento, comprensión y acuerdo. Esas posturas tan divergentes ayudan poco, e incluso ayuda poco el incentivarlas desde quienes no son abanderados de esas posiciones. Creo que en la polémica que envuelve toda controversia hay muchas veces sesgos o intereses en mantener un cierto nivel de confrontación, que no ayuda en nada a comprender el modelo de gestión y futuro que tiene una especie como esta.

El lobo ha sido siempre esa amenaza latente, oculta al acecho de la noche. Todos nuestros miedos inconscientes se simbolizan en el lobo
Hay que recordar que el lobo es una criatura que en origen tuvo una relación con el hombre diametralmente distinta. El mejor amigo del hombre no es sino un lobo, o los hijos de los lobos, que hace decenas de miles de años, de una manera espontánea y no forzada, se asociaron con el hombre y cooperaron con el hombre. De hecho, el lobo es el único animal que tuvo una domesticación ajena a la domesticación neolítica.
El lobo, unos 25.000 años antes de que se produjeran las primeras domesticaciones, ya se asoció con los hombres para el aprovechamiento de unos recursos de caza. Y además no es un fenómeno puntual, porque los testimonios arqueológicos y paleontológicos muestran que esta convivencia se produjo simultáneamente en muchos lugares de Eurasia. Con lo cual, dos criaturas que en el hemisferio norte, durante la época de los fríos glaciares, eran las únicas criaturas asociativas, colectivas, que vivían en comunidad y estaban organizadas para la caza, en un momento determinado tuvieron un punto de confluencia. Y ahí empezó esa relación que ha derivado en el perro, en el mejor amigo del hombre.
“La casuística de ataques de lobos a humanos es minúscula”
El asentamiento fijo, después de la revolución neolítica, con la aparición de la agricultura y la ganadería, hizo al lobo adversario del hombre, porque ponía en peligro los bienes de los humanos. Aquí surge un primer elemento de fricción, pero tampoco adquiría los tintes que adquiriría después de la Edad Media. Porque en las culturas primitivas, aún sabedoras del cuidado que había que tener de los lobos, existían elementos culturales que tenían al lobo como un fenómeno de referencia positiva. Un elemento de admiración, y las sociedades guerreras emulaban al lobo, poniéndose por ejemplo pieles de lobo para adquirir sus dones.
El segundo gran cambio en esta dirección viene con la cristiandad. La cristianización se apoyó en enseñanzas morales y arquetipos creados a partir de elementos de la naturaleza. Aparece el papel simbólico de los animales. Los animales que eran dóciles, como la paloma o el cordero, se asociaban al lado bueno; aquellos animales inquietos y rebeldes como el mono, los que eran perezosos e indolentes como el oso o que estaban investidos de cierta peligrosidad, a los que se asociaban con características demoníacas, como le correspondió al lobo. La ética cristiana tenía una influencia muy marcada en todas las sociedades europeas, y esa demonización ha pervivido y ha impregnado la visión sobre el lobo.
Nos referimos al lobo como una bestia o una alimaña, pero no solemos reparar en lo mucho que se parece a la especie humana: ambos somos cazadores sociales, con una organización y una jerarquía muy sofisticada, ¿acaso nos parecemos al lobo mucho más de los que nos gustaría reconocer?
Probablemente, porque compartimos muchísimas pautas: organización, modelo social, jerarquización de cualquier actividad colectiva…Hay un paralelismo muy fuerte. Quizás en el reflejo de lo que nos parecemos al lobo subyace también ese recuerdo colectivo de lo que fuimos y no nos gusta recordar. Pero hemos llegado a ser lo que hoy somos porque durante mucho tiempo fuimos cazadores sociales, organizados y cooperativos, exactamente igual que el lobo.
Curiosamente el lobo es el animal que, gracias a este modo de comportamiento, ha conquistado mayor presencia en la naturaleza que ningún otro, a excepción del humano. Ninguna otra criatura ha podido conquistar tanto territorio.

Esa simbología que tiene el lobo, que encarna todo lo libre y salvaje, ¿nos recuerda de alguna forma todo lo que hemos perdido con el progreso de la civilización y separándonos de la naturaleza?
Date cuenta de que al lobo se asocian muchos comportamientos que damos por perversos, como la licantropía. Todo aquello que recuerde en una persona al lobo es todo aquello que queremos olvidar o combatir. Ahí entran fenómenos como los alobamientos o los hombres lobo, que incluso clínicamente ha habido algún caso diagnosticado.
O personas que tenían una relación especial con los lobos, como la famosa Ana María, la lobera de LLanes, esta muchacha que vivía en los Picos de Europa y que se la acusaba de tener relacionarse con el lobo. Todo aquello que identifique a una persona con el lobo siempre ha sido objeto de rechazo y de repudio, y eso evidencia parecidos que queremos olvidar.
Pese a ello, es un animal con una presencia muy fuerte en nuestro imaginario. Cuenta en el libro que las primeras monedas acuñadas en la Península Ibérica tienen grabada la imagen de un lobo
Sí, en los pueblos antiguos es un animal objeto de veneración, e incluso civilizaciones como la romana asientan sus orígenes en la leyenda de una loba. De hecho, las mayores celebraciones de la Roma antigua eran las Lupercales, asociadas a la loba.
“El lobo es la coartada para derivar la atención de problemas de nuestras sociedades”
El lobo ha tenido una presencia impresionante en todas las manifestaciones de la cultura humana: en las monedas, en las leyendas, en las legislaciones, en las normativas…No hay manifestación humana artística o de cualquier tipo, donde no esté presente el lobo. Yo creo que es el único animal que tiene presencia en absolutamente cualquier ámbito de la vida humana que nos planteemos.
De todas las leyendas e historias sobre lobos, aunque la mayoría presentan al animal como una fiera indomable, las hay también que transmiten una imagen muy distinta. Cuenta que leyendas muy similares a la de la loba que amamantó a Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, aparecen en muchas tradiciones europeas
Sí, y además es un aspecto de los lobos que tiene una parte de fundamento real, y que ha servido para hacer recreaciones literarias muy conocidas. Existe, por alguna razón, algún mecanismo que ha movido a que algunos lobos y lobas hayan aceptado e integrado a un niño Hay un caso muy conocido, el del niño lobo Marcos, el pastor de la Sierra Morena, que vivió en compañía de lobos. Fue abandonado en la montaña y logró convivir con ellos. No son raros este tipo de fenómenos, porque ese comportamiento social tan particular que tiene el lobo mueve a situaciones como estas y lo convierte casi en salvador de criaturas que ya no tendrían ninguna posibilidad.

Dice que el miedo y el odio al lobo sirvió como coartada para evitar conflictos sociales
El lobo es la coartada para derivar la atención o la preocupación de problemas de nuestras sociedades. Han sido muchas veces el chivo expiatorio, y lo sigue siendo en muchos casos.
Para cazar al lobo, en la Edad Media y Moderna, cuenta que se organizaban batidas en las que los vecinos estaban obligados a participar, un reclutamiento obligatorio bajo amenaza de castigo
La caza del lobo pone de manifiesto un grado de organización social de las comunidades rurales muy importante. Cazar al lobo no era un fenómeno coyuntural o fortuito, sino que respondía a un modelo de organización, a normativas y leyes locales. Se regulaban las obligaciones que tenían los vecinos, había sanciones si no se participaba…Había una organización del trabajo, y se disponía qué personas eran las más aptas para desempeñar ciertas funciones.
¿Qué le parece la reciente inclusión del lobo en el catálogo de especies protegidas?
Soy abiertamente partidario. El lobo es un animal que debe ser protegido. Hago siempre una observación, porque leo mucho últimamente que se dice que el lobo es una especie protegida porque así está establecido en el Convenio de Berna, porque hay que cumplir con lo que dice la UE…No, no. El lobo es una especie que debe ser protegida por razones objetivas. Que eso figure en convenios internacionales hay que verlo como la consecuencia, y no la causa que motive a protegerlo. La causa de fondo es que es un animal imprescindible en el control de las poblaciones de grandes herbívoros. Es imprescindible en la cadena.
“Existe una aquiescencia en los poderes públicos para ponerse a bien con la opinión del cazador”
Se conoce muy poco el papel medioambiental del lobo, y casi nunca se habla de ello en los debates sobre su protección
Se conoce muy poco y es un papel importantísimo. Además, es el animal culmen. El lobo ya no tiene ningún enemigo, no tiene ningún control. El lobo es un animal que, de por sí, tiene una tasa de crecimiento prácticamente estable, está muy autorregulada y sobre todo tiene un papel sobre el territorio en el que opera.
En el libro comento un ejemplo que es muy conocido, el del parque de Yellowstone, en el que se ve como la presencia del lobo condiciona la presencia de otra fauna, condiciona el crecimiento del arbolado en función de la fauna sobre la que presiona el lobo. En ese caso se ve como la aparición del lobo en una zona en la que había sido eliminado permite que los ciervos se muevan más, que mejore la especie por la selección del lobo, que además eso evita la presión excesiva sobre los árboles, permite que se desarrollen más los bosques, el desarrollo de bosques permite que haya más arbolado, que retorne el castor, se regulen las crecidas de los ríos y por tanto los terrenos agrícolas no se ven afectados por riadas periódicas. Hay una cascada de situaciones que favorecen muchísimo el hecho de que el lobo esté presente.
El lobo es un patrimonio no solo natural, sino cultural. Y cultural en los dos aspectos en que es entendible un patrimonio cultural: material e inmaterial, porque ha legado un patrimonio que ha impregnado todo tipo de manifestaciones de la cultura. Es un animal que debe ser protegido y necesita un marco de protección coherente y cohesionado. Es un disparate que en cada comunidad se articule una regulación diferente. Es algo absurdo, y más en una especie que no entiende de fronteras.
Creo que lo que se ha hecho es abrir una puerta para avanzar a un modelo de gestión asumido por todos, que permita la protección de una especie imprescindible en las cadenas naturales, pero garantizando la coexistencia de la actividad ganadera.

La gran pregunta: ¿es compatible la protección del lobo con la ganadería?
Esa coexistencia es posible. Estamos acostumbrados a estar costeando permanentemente las pérdidas del lobo, pero en otros países existen otros modelos. Es evidente que una pérdida hay que compensarla, pero no puede ser que estemos año tras año financiando esas pérdidas. Ese mismo coste, si lo asumimos, podemos aplicarlo a reducir daños y garantizar la preservación.
¿Por qué no financiar medidas preventivas en cercados, gestión y perros? Y financiar también la reducción de la siniestralidad. ¿Por qué no, igual que se subvenciona el daño, se subvenciona la ausencia de daño? Podemos incentivar que la casuística vaya disminuyendo, sin por eso privar de la ayuda a los afectados.
Creo que es un cambio de visión que, con el mismo esfuerzo público, puede permitir que la incidencia de la ganadería disminuya. Es algo que se ha puesto en práctica en Francia. Creo que esos son los esfuerzos que hay que hacer, y huir de los planteamientos un tanto endemoniados que identifican al lobo con la crisis del mundo rural. La ganadería está ahí y el lobo está ahí, y llevan miles de años juntos. El problema del campo es mucho más complejo, y no puede utilizarse el lobo como coartada y razón de fondo por la cual el mundo rural está en peligro.
“La postura de las comunidades del norte para oponerse a la protección del lobo tiene que ver con su clientelismo hacia ciertos sectores”
¿En qué medida son los cazadores un lobby influyente capaz de condicionar las decisiones políticas sobre la protección del lobo?
Es un colectivo influyente, y su influencia es mayor de lo que aparenta mediáticamente. No sabría decirte si es una influencia directa o indirecta pero sí existe, y no voy a revelar nada sorprendente, una aquiescencia en los poderes públicos para ponerse a bien con la opinión del cazador.
En España, sobre todo en las comunidades del norte, hay decenas de miles de licencias de caza y, al fin y al cabo, detrás de cada una de estas licencias hay un elector. Y muchas veces las administraciones renuncian al papel didáctico que deberían tener. No se trata de que la administración otorgue un parabien a un colectivo, por más numeroso que sea y por más que pida, sino que tiene que existir una relación explicativa y de diálogo. Pero es más cómodo, y más rentable desde una perspectiva electoral, el decir “amén, estoy con vosotros”, y ya está. Pero eso conduce a problemas de gestión como los que estamos viendo.
Las comunidades cantábricas se oponen a la protección del lobo: ¿cuánto sigue pesando en esa postura ese miedo milenario del que habla?
Creo que influye poco. Sí que se utiliza, eso es cierto, pero por fortuna no es lo que más pesa a la hora de plantearse una respuesta tan contundente a la medida del Ministerio. En alguna zona de montaña puede pervivir ese miedo ancestral, aunque es un animal en el que la casuística de ataques a humanos es minúscula, menor que las que se dan en cualquier animal salvaje.
Creo que la postura de las comunidades del norte tiene mucho más que ver con su clientelismo hacia ciertos sectores, que se apoyan en esta especie de miedo ancestral a ese fantasma que recorre nuestros montes.
Pues ni con esas, ni con razones objetivas, osea datos cientificos, socieconomicos etc. parece que se resuelve el conflicto, para mi un psudoproblema instrumentalizado como se hace con cualquier mito o prejuicio . Por cierto la normativa ambiental etc. no se fundamenta en principios inasibles ni subjetivos afortunadamente.Esto supone que la normativa se acerca cada vez más los problemas concretos y a los hechos precisamente porque se fundamenta en esos criterios mencionados y por ello puede esgrimirse como un argumento legitimo.