“En tanto que no abolamos el Estado, la prostitución va a seguir existiendo; así que dadnos derechos y dejadnos en paz”

Lucía Fernández sostiene que se es prostituta "por voluntariedad en el acceso y en la permanencia" y defiende una regulación de su actividad

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Elena Plaza
Elena Plaza
Periodista, formadora en género, contadora de historias y enredada entre ruralidades. En mi haber cuento experiencias maravillosas como Atlántica XXII o Rural Experimenta.

Milita en el Colectivo de Putas de Sevilla (CPS) y en la asociación Putas en Lucha que se definen como antifascistas y anticapitalistas. Lucía Fernández se ubica entre las pocas prostitutas politizadas que hay en la profesión y afirma que “da la cara porque alguien tiene que hacerlo”. En el horizonte “la defensa de los derechos laborales de esta prestación de trabajos a terceros que es como lo entendemos pero desde el punto de vista de defensa de los derechos de las trabajadoras. Nunca poniendo el foco en el empresario, sino que incluso las que trabajan para terceros tengan unos derechos inalienables: que tengan seguridad social, un contrato y que tengan todas sus necesidades cubiertas”.

Porque se es prostituta “por voluntariedad en el acceso y en la permanencia, pero hay que erradicar la trata de personas con fines de explotación sexual y defender sus derechos humanos”.

¿Se es puta porque se quiere o porque no queda otra opción?

Buff, las dos cosas. Dice María Luisa Maqueda, penalista de la Universidad de Granada, que la voluntariedad de la prostitución siempre tiene que ser en el acceso y en la permanencia. Sí que es cierto que muchas de las personas que ejercemos trabajo sexual lo hacemos desde una posición inicial de precariedad económica. Pero luego muchas nos damos cuenta de que el trabajo sexual nos proporciona una ecuación tiempo-dinero más beneficiosa que cualquier tipo de trabajo asalariado precario, de baja cualificación, mal pagado y al que es necesario echarle muchas horas.

Hay quien os diría que hay portales para fregar… pero eso ya lo sabéis.

Es que venimos de eso. Una de las cosas que criticamos de la industria del rescate es que cuando te salvan de ese mundo de la prostitución, que se ve como lúgubre, oscuro o no deseado para todas las mujeres, nos damos cuenta de que a las compañeras se las mete a cubrir las vacaciones de las kellies o a coser para el señor Amancio Ortega: si venimos de una precariedad lo que queremos son alternativas laborales dignas. Cuando te inscribes en esos programas de reinserción, tienes que dejar de trabajar, pero esas ayudas no llegan, ¿y qué haces desde que tienes el último cliente hasta que te dan un trabajo que es considerado digno por la sociedad? Si no tienes medios para sobrevivir, tienes que volver a recurrir a la prostitución. ¿Hasta qué punto se protege a estas mujeres o se cogen fondos públicos para financiar estos proyectos que luego realmente no cubren sus necesidades? ¿Hasta qué punto preocupa a la política española las necesidades de las mujeres? Si se supone que somos víctimas debería protegérsenos y darnos una cobertura social y económica. Pero lo que hacemos es coser para Amancio Ortega haciendo el juego al capitalismo de nuevo.

¿Se puede ser prostituta y feminista a la vez? Partiendo de la base de que el feminismo es abolicionista.

Joder, sí, claro. No hay un feminismo, sino muchos feminismos. El feminismo tiene que ser interseccional, no puede ser excluyente: por el hecho de hacer trabajo sexual tú no eres menos feminista que la otra. Decía Virginie Despentes que prohibir a las mujeres ejercer la prostitución era no dejarles aprovecharse de ese sistema que está así establecido. Una no es menos feminista por dedicarse al trabajo sexual porque todas las mujeres tienen relaciones sexuales y nadie cuestiona si una mujer casada es feminista o no, porque el matrimonio también es una institución patriarcal, y muchas veces el primer paso para ser víctima de violencia de género es estar casada, ¿y por eso las mujeres casadas son menos feministas? Yo creo que no. En ningún momento oí al movimiento abolicionista quejarse del matrimonio o de querer abolir el matrimonio.

Ellas establecen una diferencia entre abolicionismo y prohibicionismo.

Entiendo el argumento, pero todas esas políticas al final lo que acaban haciendo es perseguir a la mujer que se prostituye o prostituta. Criminalizan espacios y nuestra manera de trabajar. Si tú vas a por los espacios de trabajo vas a evitar que esa mujer pueda ejercer la prostitución, como se quiere hacer ahora con la tercería locativa (el alquiler de espacios para ejercer trabajo sexual), pero de alguna manera lo que estás haciendo es que las prostitutas tengan que ir a otras redes de explotación sexual y que caigan en manos de indeseables. Las políticas abolicionistas lo único que hacen es marginar a las prostitutas y perseguirlas, aunque no nos traten como delincuentes, pero sí como víctimas. A mí me da igual si hablamos de abolicionismo o de prohibicionismo si al final la última consecuencia de la aplicación de estas políticas supone una persecución y marginación de las mujeres. Pues preocupados por nosotras no están, lo que pasa que el feminismo ahora mismo vende mucho, y ser abolicionista vende, y las personas pro derechos que están dentro de las instituciones no se atreven a alzar la voz por nosotras por el coste político.

Lucía Fernández pasea por el Oviedo Antiguo FOTO: Iván G. Fernández

Antes dijiste “caer en manos de indeseables”. ¿Quiénes son esos indeseables?

Personas que se aprovechan de nuestra situación y comen pan de coño. Todos los proxenetas. Cuando el trabajo sexual no es una actividad que esté regulada y que no tenga una política pro derechos, que es lo que nosotras defendemos, el empresario puede hacer lo que le dé la gana con las chicas: poner condiciones de trabajo abusivas con horarios trabajo que son una barbaridad, 21 días/24 horas, sin descansos y sin absolutamente nada. Son condiciones de abuso que califico como explotación laboral, en ningún caso sexual si la actividad es voluntaria y no hay trata ni obligación de prostituirse ni por una cuestión de entorno social o de condiciones socio-económicas de la persona que se prostituye, sino por parte del empresario.

En el imaginario colectivo está la prostituta de lujo y la puta de calle.

Pero eso es una putarquía que no me gusta nada y que no es real aunque sí es cierto que hay chicas que cobran más y chicas que cobran menos. Las hay que trabajan en situación de calle porque les sale mucho mejor, por eso cobran un poquito menos y alquilan una habitación según les convenga. Y luego otras tenemos un poco más de recursos económicos y lo hacemos de otra manera. Tú puedes trabajar como independiente o para terceros, que puede ser un club, una agencia o un piso de contactos (de los del 50%). Dentro de los clubs se distingue la actividad de alterne y la de prostitución. El alterne está reconocido desde los años 80 como el incentivo de consumo de bebidas alcohólicas… Pero eso es un pretexto para subirte al cliente a la habitación, y eso ya es prostitución. A la hora de reconocer si hay relación laboral, se dice que no hay porque el contrato laboral no puede ser válido desde el punto de vista del objeto, porque es ilícito, aunque no hay una unidad de criterio jurisprudencial que diferencie ambas actividades. ¿Por qué el resto de trabajadores sí tienen derecho a un contrato pero nosotras no y solo lo tenemos si lo pedimos cuando se despliegan esos efectos? Se nos está discriminando. Y hay que distinguir y ver el problema desde la raíz. Las abolicionistas tienen esa manía de que la trata es un mal inherente a la prostitución y entonces si acabamos con la prostitución acabamos con la trata. Eso no es verdad porque la trata tiene su origen en los proyectos migratorios de las personas. La trata es un problema de las políticas de inmigración que existen y de la ley de extranjería. Yo no soy regulacionista como Holanda o Alemania, donde la prostitución es legal, pero si un país es pro empresario y solo legisla para higienizar las calles, encima les cobro impuestos y yo me llevo un dinerito…  No pone en el foco los derechos y necesidades de las trabajadoras. A mí no me parece bien que se legisle solamente para higienizar las calles, pagar impuestos y hacer controles sanitarios obligatorios que pueden estigmatizar más aún la profesión. Yo lo que quiero son derechos laborales para mí y para mis compañeras y legislaría desde el punto de vista del derecho laboral, escuchando a las putas, y no desde el punto de vista capitalista y de la libertad de empresa. Lo primero que pedimos es que se nos descriminalice, que no se nos persiga, que se deje de multar a las chicas de la calle. Y lo segundo son los derechos laborales, nos cueste lo que nos cueste.

Tiene que existir un consenso en el servicio y tiene que respetarse”

Pero hay una diferencia entre ser prostituta o ser mujer prostituida.

Pero eso no es prostitución porque partimos de la base que en la prostitución hay voluntariedad tanto en el acceso como en la permanencia. Si no hay esa voluntariedad, no es prostitución: hablamos de una víctima de explotación sexual para la cual tiene que haber un tratamiento jurídico distinto que proteja a esa mujer, pero no como hacen ahora con las redadas, separando personas con papeles por un lado y sin papeles por otro. A éstas las meto en un CIE y las mando a su casa. Esto no lo podemos consentir y así es como se engrosan las víctimas de trata. España hace muchos años que no da asilo a personas víctimas de trata o de explotación sexual, a lo mejor hay que empezar a pedir responsabilidades, cuando están diciendo que el 95% de las personas que ejercen prostitución son víctimas de trata, ¿dónde está la policía que no está rescatando a esas mujeres que realmente necesitan ser rescatadas de una red?

¿Y qué pasa con las que tienen papeles?

Nada. Las que tienen papeles y caen en una redada, si afirman que no están obligadas o mal tratadas (la trata supone un desplazamiento migratorio o cierto vínculo con la nacionalidad), al día siguiente vuelven al club. La única protección que hay es si la persona declara y, según la ley de extranjería, su testimonio es vinculante y clave para resolver el caso de trata, es decir, no vale con que diga que es víctima de trata y ya está, sino que tiene que señalar al proxeneta y decir aquí, aquí y aquí. Y ese testimonio tiene que hacer que se caiga al suelo.

Pero me imagino que hay mujeres nacionales en esa situación de trata.

Eso no sería trata, sino proxenetismo coactivo. Son delitos distintos. No nos preocupa realmente la prostitución, sino lo que piensen de nosotros cuando hablamos de prostitución: Yo soy buena feminista porque soy abolicionista. O como soy abolicionista, soy buena feminista. Es todo un juego político para vender el mejor discurso, pero vivimos en una sociedad patriarcal y capitalista. Y en tanto en cuanto no abolamos el Estado como tal, y como no hay medios, la prostitución va a seguir existiendo, por lo tanto darnos derechos y dejarnos en paz. Yo soy de izquierdas, pero hay que bajar ese purismo de izquierdas a la tierra y ver qué es lo que pasa con las personas y cuáles son sus necesidades. Y ahí dar una respuesta acorde a la realidad que vivimos.

Se afirma que la práctica de la profesión es “una violación repetida”.

Joder, qué pesadas.

No dejamos de tener una cultura judeo-cristina de la culpa donde existe la mala mujer y la mujer decente, un discurso aún vigente.

Esto es algo mío personal y no represento a ningún colectivo: dividiría la consecuencia de esta afirmación para mí falsa, errónea y perniciosa por parte del abolicionismo en dos vertientes.

Pero no te lo pregunto desde el punto de vista del abolicionismo, sino de la calle.

Pero esa percepción y esa afirmación nos afecta tanto como personas individuales como al imaginario social que luego es lo que nosotras tenemos que atender dentro de las habitaciones. Si tú educas a las personas en que la prostitución es una violación, le estás metiendo en la cabeza a los clientes que puedan venir a hacernos lo que les dé la gana y que no se lo hacen a sus mujeres. Lo que hay que decirles tanto a las compañeras como a los clientes es que tiene que existir un consenso en el servicio y tiene que respetarse. Y en el momento que no se respeta a una prostituta cuando está trabajando, se la está violando, pero no se la viola por el hecho de pagarle por follársela. Porque eso da lugar a que los tíos no nos traten todo lo bien si educásemos a las personas en educación sexual. Y recae también sobre la culpa de la propia prostituta. La prostitución no es un trabajo fácil, no todo el mundo vale para puta, y yo no hago apología de la prostitución; tienes que tener unas características tanto personales como de entereza y salud mental muy fuertes. Si tú metes en la cabeza de la prostituta que la están violando, lo que haces es bajarle la autoestima: te refuerzan el estigma.

“Las prostituidas no son prostitutas, y hay que protegerles no los derechos laborales, sino los derechos humanos”

¿Siempre hay ese consentimiento?

Hay capullos que se lo intentan pasar por el forro. El otro día un señor se me intentó quitar el condón…

¿Y fuerza?

Puedo devolverle el dinero y que se pire

Pero habrá mujeres que no tengan esa opción.

Las putas no somos pobrecitas. En todo momento solemos llevar el control de la situación, y cuando pactamos un servicio le decimos lo que hacemos y lo que no. Sí que existe un consentimiento previo aunque sea mínimo. Tú imagínate que una persona tiene que pagar para follar, eso supone una merma en su ego masculino de hombre que liga y se folla cualquier cosa, y ya se sienten culpables por tener que pagar para follar. Si encima la chica está forzada por la situación, que no le gusta, entonces ya se le baja todo el rollo al putero medio. Con esto no les defiendo, sino que la realidad muchas veces es otra.

¿Y qué hay del consentimiento?

Muchas veces confundimos consentimiento con deseo. No es el mismo consentimiento el que tú otorgas cuando trabajas que en tu vida personal. Consientes porque estás trabajando, no te planteas si te gusta o no, es igual que una persona que cocina en un restaurante y no le pone el mismo cariño que al cocinar en casa. Es un consentimiento tácito. Aunque nos infantilicen cuando dicen que no podemos consentir por ser putas, enfermas mentales que disociamos… Y sin embargo, las otras mujeres, las buenas, sí que pueden consentir tener una relación sexual o no.

¿Una ley de protección o de reconocimiento cambiaría la situación en cuanto a reconocimiento de la violencia sexual?

Debería estar reconocida, pero sale más barato violar a una puta que a otra mujer en cuanto al Código Penal. Una ley cambiaría esta situación, por supuesto. En Suiza, donde la prostitución es legal, una compañera tuvo un problema con un cliente que la agredió y llamó a la policía, se le imputó delito y ella ha tenido asistencia, incluida psicológica, por parte de las instituciones porque sufrió una agresión en el trabajo. Y nadie va a perseguirla o criminalizarla. Estoy haciendo el trabajo fin de grado sobre la prostitución ¡y ya existía desde antes de Grecia! Y fue pasando por toda la historia en un vaivén constante de ahora dejo a las putas, ahora no las dejo. Pero nunca acabaron con ella. Si partimos desde esa realidad, podemos hacer dos cosas: clandestinas o con derechos.

Lucía Fernández en un momento de la entrevista FOTO: Iván G. Fernández

¿Y qué pasa con las prostituidas y sus derechos?

Las prostituidas no son prostitutas, y hay que protegerles no los derechos laborales, sino los derechos fundamentales y humanos. Esto es que ninguna mujer que no quiera ejercer la prostitución, que no la ejerza. Y proteger eso y blindarlo. Eso hay que erradicarlo de raíz, ¿y cómo se persigue? Como tienen un montón de policía y se invierte en el ejército, que lo usen para algo. Pero a las demás que nos dejen trabajar. Y que haya garantías con derechos laborales porque estamos trabajando. El regulacionismo tampoco acaba con el estigma, sino la educación.

El tema de la prostitución es otro de los que dividen el feminismo, aunque no se trate de una guerra de mujeres contra mujeres.

No es una guerra, pero si hay unas personas constantemente atacándote, llega un momento que tú entras en guerra porque te están vulnerando tus derechos como persona. Y ellas no lo ven así, sino como guerra ideológica y a nosotras se nos ataca de manera personal. Su ideología nos ataca a nosotras como personas. Y esas políticas nos quitan nuestro pan.

Además de la prostitución en sí entrarían otros servicios como a personas con diversidad funcional.

Yo tengo mi opinión personal. Yo estoy totalmente en contra de establecer cualquier tipo de putarquía: actrices porno, webcamers, personas que hacen asistencia sexual o dominación… Porque al final todo eso lo que hace es dividir al colectivo de prostitutas, que si ya las politizadas somos pocas, como para que encima eso nos haga dividirnos aún más. Para mí lo que me estás preguntando es ¿la asistencia sexual es trabajo sexual? En mi opinión sí. Otra cosa, tal y como lo veo yo, la asistencia sexual no se puede ver como un derecho de los clientes, porque no es un derecho y habría una inversión de roles de poder.

Hablamos de prostitución femenina y lo hacemos en un marco feminista, pero el estigma en la prostitución masculina es diferente, si es que lo hay.

El estigma no es el mismo. Creo que conozco un par de prostitutos, pero sí lo veo en el porno: no es lo mismo una chica que hace porno que un chico que hace porno. Nosotras nos quedamos marcadas de por vida, el tío no. Nacho Vidal va a pedir un trabajo y seguro que no le dan la vuelta. Pero a mí me mandarían a mi casa.

Ya que hablas de porno, ¿cómo construye el ideario sexual?

Es que no tiene que hacerlo. ¿Construye Spiderman el ideario de que los niños pueden escalar un rascacielos porque les sale tela de araña por las muñecas?

Es un tema con relación directa en la falta de una educación afectivo-sexual.

Yo soy partidaria de que en todas las pelis porno al principio tenía que aparecer un advertisement donde se diga “está ficcionado, pactado, la chica consiente, el chico consiente, aquí cobramos todos bien, y nadie cobra más que nadie”, que esto último es mentira, pero ojalá. Hay que sentarse con los adolescentes y explicarles las cosas: que cuando se tenga sexo, la otra persona tiene que estar de acuerdo y que el porno no es adecuado para iniciarse en el sexo porque puede construir imaginario. ¿Qué es lo que a mí me parece peligroso? Que si tú de base empiezas con eso luego, aunque no lo lleves a la práctica, ya estás educando al cerebro que eso te tiene que excitar. Cuando empiezas a construir tu sexualidad no sabes realmente qué es lo que te gusta o no. Metiéndole imágenes al cerebro estás construyendo ese imaginario sexual. Si con 11 años te excita un gangbang, cuando tengas 30, ¿con qué te la vas a cascar?

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