Hace unos días leíamos en este mismo medio el análisis de un periodista sobre la actual situación que vive el PP asturiano. Si bien sorprende que dicho periodista nunca se ha puesto en contacto con las personas a las que menciona en su artículo, principalmente al mayor atacado, como es Diego Canga, portavoz parlamentario del PP en la Junta General del Principado, es aún más sorprendente que el análisis lo realice quién en su día decidió sobrepasar todo límite objetivo – pilar fundamental del código ético para todo periodista – convirtiéndose en concejal.
Tres años estuvo el firmante del artículo mencionado en primera línea política en San Esteban defendiendo ideas muy alejadas, por no decir totalmente contrapuestas a los valores e ideas defendidas desde el centroderecha. Cabe entonces preguntarse cuál será el grado de objetividad y, por lo tanto, de credibilidad, de veracidad, de las palabras y valoraciones de dicho periodista, vinculado desde sus años de Universidad a círculos de la izquierda española más radical, publicadas además sin contrastar y escritas bajo un cuño ladeado al lado contrario del partido al que analiza.
Sorprende también, para quienes somos testigos y conocedores de la realidad del PP asturiano, la dureza con la que describe situaciones anómalas o, al menos, irreconocibles a nuestro parecer y conocimiento.
El PP asturiano vio cómo, a finales del pasado verano, con la ruidosa salida de Teresa Mallada de la presidencia y la unidad del partido en torno al ya entonces Secretario General, Álvaro Queipo, la brecha abierta iba cosiéndose. Las filas se cerraron, apartaron sus diferencias y fortalecieron una formación golpeada por quienes buscan en la política su rédito personal. El partido se rearmó y en dicho proceso de transformación interna, junto a la ilusión que los nuevos tiempos generan, se encontró Diego Canga el PP asturiano.
Hay en el Grupo Parlamentario una forma de trabajar que dista mucho de la hasta ahora conocida
Nadie niega que el reto era difícil, pero la maquinaria estaba engrasada y lista para recibir a un candidato que daría el impulso necesario para volver a avanzar. Y se consiguió. El partido se mantuvo unido, priorizando la cita electoral, y su candidato, hoy ya portavoz parlamentario, insufló la ilusión necesaria para lograr resultados históricos en el PP asturiano.

Desde el primer momento Diego Canga conectó con la sociedad asturiana, porque es fácil ver que no es un político al uso, quizás porque en realidad no es –al menos todavía- un político. Puede que también por eso, le toque ahora vivir la cara mezquina de la política.
En enero, cuando llegó ya como candidato del PP a la presidencia del Principado de Asturias, no tardó en demostrar que se abría una nueva etapa en la política asturiana. Y no sólo por lo que iba a hacer, sino también por cómo lo está haciendo. Dijo que haría cambios, de esos que no gustan porque sacuden la comodidad de algunos. Lo dijo y lo hizo, de manera rápida, sin dudas ni titubeos. A veces hace falta que el aire nuevo entre para refrescar un ambiente cargado, para demostrar que existen otras formas de hacer las cosas.
Desde el primer momento dejó claro que no iba a dar un paso atrás para llevar a buen puerto sus convicciones y su método de trabajo, actuando siempre en equipo. En algunos mentideros poco informados y muy manipulados, de los que bebe sin control el señor Cándano, se insiste en lanzar un mensaje erróneo y falso de la actitud y el papel del portavoz parlamentario del PP, manipulando situaciones y conversaciones para intentar reforzar su mensaje de un Diego Canga ególatra y narcisista. Quienes trabajamos con él mano a mano vemos la realidad desde otro prisma. Hay en el Grupo Parlamentario una forma de trabajar que dista mucho de la hasta ahora conocida. El personalismo ha dado paso a la actuación en conjunto, y las decisiones unilaterales han pasado a gestarse bajo el paraguas del consenso de uno de los más numerosos grupos parlamentarios que el PP ha conseguido tener en el parlamento asturiano. Mienten, pues, o desconocen en su totalidad la verdadera situación que hoy se respira en el Grupo Parlamentario Popular, quienes tratan de dibujar divisiones inexistentes, inflan acusaciones o fricciones internas o intentan multiplicar rumores e informaciones incorrectas. Son los mismos a los que les molesta que las cosas vayan bien el el PP después de muchos años de cuitas internas y lucha de poder.
En el PP asturiano hoy no hay titubeos, tampoco pulsos ni disputa entre los actuales dirigentes populares, porque todos ellos, unos desde el propio partido y otros desde el Grupo Parlamentario han comprendido y comprobado que actuando unidos, la fortaleza es aún mayor. Por eso ahora, quienes se ven debilitados, lanzas dagas tratando de abrir una brecha en un tándem férreo y, por lo tanto, hasta el momento, infranqueable. Ese es el mayor caso de éxito del PP, y ese será el pilar de su triunfo con la agrupación política en Asturias. Respeto mutuo y unidad ante los ataques internos y externos.