Hoy, 10 de abril, Fausto Sánchez hubiese cumplido 92 años. Una vida entera de compromiso, peleando por una sociedad más justa, con más derechos para los humildes, con más igualdad. Desde la militancia ininterrumpida en el Partido Comunista y la creación de las Comisiones Obreras, a la recuperación de las asociaciones de vecinos y vecinas de “El Gallu” de Paxumal y Riparape en Langreo, o el impulso que dio a la “Querella Argentina” contra la impunidad de los crímenes franquistas. Anteponiendo siempre lo colectivo a lo individual, porque bien sabía que si el motor de la historia es la lucha de clases sin organización no es posible avanzar en la escalera del progreso.
Fausto representa como pocos a quienes lo han dado todo por los demás sin pedir nada a cambio. Por la satisfacción personal del deber cumplido con aquello que nace de las entrañas, la rebeldía contra las injusticias. Siempre con honestidad y una gran dosis de modestia. Porque era además un buen paisano. Y no hay mayor coherencia que la que emana de las acciones que se desarrollan con la bondad que encarnan los bellos ideales de emancipación de la clase trabajadora, donde no caben el egoísmo ni los odios, y sí muchísima unidad popular.
“No se cansaba de explicarnos que “la democracia no vino sola”. Sabía en carne propia que fueron miles los que, como él, tuvieron que pagar un alto precio”
Por eso es de “los imprescindibles”, esa estirpe de hombres y mujeres que siempre serán un referente, porque su ejemplo germina como semilla entre quienes no quieren ser simples observadores de una sociedad acomodada; por el contrario, intentan impulsar los cambios necesarios para que a nadie le falte lo imprescindible para vivir (y también morir) con dignidad.
No se cansaba de explicarnos que “la democracia no vino sola”. Sabía en carne propia que fueron miles los que, como él, tuvieron que pagar un alto precio. Miles que después de cada condena se presentaban de nuevo voluntarios para ponerse en primera fila para derribar la dictadura. Y que ante los cantos de sirena de la nueva política sabían que lo más importante siempre es fortalecer los equipos y evitar individualidades, dejar las responsabilidades con la misma naturalidad que se asumen, tener los pies en el suelo. “La política faese con la cabeza o con el corazón, pero ¡nunca con el estómago!”.
Fausto nunca buscó reconocimiento personal por su labor política y sindical. Al contrario, siempre lo evitó. Pero con el convencimiento de que la Historia había que contarla, y gracias al apoyo de su familia, camaradas del PCE de Langreo y de la Fundación Juan Muñiz Zapico, Fausto permitió a su amigo y catedrático Benigno Delmiro Coto que escribiera su biografía, publicada en 2019 por Ediciones Trabe.
Nos ha dejado, pero su ejemplo, su memoria y su vida nunca lo harán. Su recuerdo estará siempre entre quienes lo conocimos y al alcance de todos y todas en ese libro. Por eso, hoy es un buen día para anunciar que, desde la Fundación Juan Muñiz Zapico, se puede acceder a su biografía gratuitamente en internet para que todo el mundo pueda leerla: “Una vida comprometida con la clase obrera“.
“Desde la Fundación Juan Muñiz Zapico, se puede acceder a su biografía gratuitamente en internet: “Una vida comprometida con la clase obrera”.
Al fin y al cabo es la historia del PCE, una historia colectiva de la organización política más combativa en aquellos años de dictadura, donde la militancia conllevaba cárcel, torturas y exilio. La biografía de un comunista, que cuenta en primera persona el trabajo desarrollado para consolidar las Comisiones Obreras, viento democrático que impulsó la cascada huelgas que evitaron que el franquismo pudiera continuar después de fallecer el dictador, y que hoy es primera fuerza sindical en el país y en Asturias. Un libro que retrata en primera persona el sacrificio de aquellas familias que salieron adelante gracias al esfuerzo titánico de las mujeres para poder llegar a final de mes, dando soporte a las luchas clandestinas y peleando por una vida mejor que ofrecer a sus hijos e hijas.
Una lección de vida nos deja “Fausto, el del Partido”. Una vida Digna con mayúscula.