Nosotros, nosotras, nosotres

A las nuevas generaciones las preparan para ser 'sus propios jefes', para vivir en la inestabilidad laboral saltando de 'proyecto' en 'proyecto'

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Escena 1. Comienzos del 2019. La plantilla de la revista digital PlayGround, uno de los referentes de la llamada prensa millennial, comienzan una serie de movilizaciones ante el inminente ERE que afectará a la mitad de los trabajadores. Un paro semanal de una hora delante de la sede de la compañía. PlayGround es un medio progresista, inclusivo, ecofriendly, feminista. Una plantilla muy joven, treintañeros los mayores, recién licenciados los más jóvenes. Mileuristas. Llega el 8 de Marzo del 2019 y está convocada una huelga general de mujeres. Dado que PlayGround es un medio feminista, la plantilla entera exige a la empresa que se les permita hacer huelga y se les pague el jornal, ya que, como hemos dicho, es un medio feminista. Cuando las redes sociales se echan encima del comité de huelga argumentando que si te pagan el sueldo, no estás haciendo huelga, el comité replica: «Pensamos donar el sueldo de ese día». Donar, ojo.

Escena 2. 2018. Recibo una propuesta del Vicedecanato de Estudiantes de Uniovi para participar en una charla (remunerada) sobre «casos exitosos de emprendedurismo». Oliéndome el pastel, digo que sí, que muchas gracias y que encantado de participar. Pero que soy muy crítico con la euforia emprendedora rampante, que la realidad demuestra que el 80 % de las nuevas empresas cierra antes de los dos años de vida y que así se lo transmitiremos a los estudiantes. El Vicedecanato me contesta que claro, que lo entienden, que si eso mejor otro participante, ya que ellos pretenden «dar una imagen positiva a los estudiantes sobre la iniciativa emprendedora». Your attention, please: imagen positiva.

“La realidad demuestra que el 80% de las nuevas empresas cierra antes de los dos años de vida”

Escena 3. El colectivo de riders, es decir, los repartidores autónomos que trabajan para plataformas digitales como Glovo, Deliveroo o Uber Eats y que sustituyen los puestos de trabajo de los repartidores contratados de toda la vida, desautorizan a organizaciones laborales de su sector, como Riders x Derechos —que denuncia su realidad de falsos autónomos y reivindica su contratación por parte de las empresas para las que trabajan—, y exigen en cambio que se les permita seguir siendo autónomos, seguir pagando sus propios seguros sociales y seguir decidiendo «cuándo trabajar, dónde y cómo trabajar». «Hay quien trabaja para una, dos e incluso tres plataformas», argumentan los repartidores. Es decir, necesitas tres trabajos para conseguir un sueldo.

Escena 4. Dentro del currículo de la Enseñanza Secundaria Obligatoria y del Bachiller en el Principado de Asturias está la asignatura de Iniciación a la Actividad Emprendedora y Empresarial. Otra que se llame Estatuto de los Trabajadores o Relaciones en el Entorno Laboral ni está ni se la espera.

Si algo tenemos por seguro en esta vida es que todos moriremos algún día y que la práctica totalidad de nosotros tendremos que trabajar para ganarnos los garbanzos. La diferencia es que nadie ha enseñado a las nuevas generaciones a ser trabajadores. Les preparan para ser «sus propios jefes», para vivir en la inestabilidad laboral saltando de «proyecto» en «proyecto», para ser ferozmente individualistas, pero nadie les ha dicho: «No, mira, es que si el patrón te paga por no ir a trabajar un día, eso es un permiso retribuido, no lo puedes considerar huelga», sea el patrón feminista o del Frente Nacional del Trabajo. Se ha roto la transmisión generacional de la ética más básica del trabajo ha fuerza de decirnos «no te marques, que no vas a arreglar el mundo tú solo».

Y en paralelo nos encontramos con un cambio de paradigma que sustituye la producción industrial en cada territorio por su gestión digital, en el mejor de los casos, o por la desaparición pura y dura de todo tejido productivo, las más de las veces. De modo que resulta bastante complicado que un redactor de medio digital entienda que es un obrero del clic, a pesar de que sus condiciones laborales sean mucho más precarias que las de sus homólogos de hace 20 años y de que, seguramente, se lleve una nómina escuálida a final de mes, mucho más baja que la del azulejista al que mira por encima del hombro, que trabaja por metros y se levanta mucho más dinero que él el día 31. Y ese cambio de modelo económico, esa democratización de la inestabilidad y la precariedad, es algo que nos afecta a todos, a todas, a todes.

“Les preparan para ser «sus propios jefes», para vivir en la inestabilidad laboral saltando de «proyecto» en «proyecto»”

Me preocupa, he de deciros, lo desarmados que nos encuentro ante los vaivenes de un sistema económico que ha pisado el acelerador a fondo sin girarse a comprobar los fiambres que va dejando por el camino. Me preocupa, también os lo digo, que descubra, gracias a las letras de algunos artistas del trap, que un número notable de chavales de 20 años tiene que tomar ansiolíticos para hacer frente a su día a día. Jóvenes que han sido educados para comerse el mundo, para ser el mejor exponente de su marca personal, descubren que la pelea por el chusco de pan es despiadada y que a pesar de su formación no hay apenas sitio para ellos en el mercado laboral. Me preocupa, y mucho, que nadie hable de que una persona de más de 50 años que se quede sin empleo lo tenga más que crudo para encontrar un nuevo trabajo. Porque ya es mayor, porque pretende cobrar demasiado, porque sabe reclamar sus derechos.

No sé si algún día me decidiré a dejar de comer carnes rojas para pasarme solamente a lo vegetal. No sé si con el tiempo me animaré a pagar un dineral por una chaqueta hecha con plásticos reciclados en lugar de otra comprada en Primark. No sé ni siquiera si mi machismo perdurará «mientras los hombres sigamos siendo incapaces de besar otro falo». Lo que sí sé es que el día que asumamos que, además de muchas otras etiquetas y siglas, la mayoría de nosotros, de nosotras, de nosotres, somos trabajadores y nos encontremos, ese día seremos capaces de hacer grandes cosas.

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