“Y la Renta Básica se convirtió en un tema mainstream” podría haber sido también el título de este artículo, el enésimo que se escribe estos días sobre un asunto que el confinamiento ha puesto de moda en España y en todo el mundo. “La Renta Básica deja de ser una utopía” publicaba EL PAÍS esta semana. Y es que el interés por el tema se ha disparado en los mismos medios de comunicación que hasta el otro día ignoraban o consideraban una frikada esta propuesta que data de 1986, cuando dos profesores de filosofía, un belga, Philippe van Parijs, y un holandés, Robert van der Veen, publicaban un provocador artículo titulado “Una vía capitalista al comunismo”. Ambos profesores defendían en él una propuesta insólita y novedosa, que si bien tiene algunos precedentes, nunca había sido planteada con esta demoledora sencillez: que todos los ciudadanos de un país, por el simple hecho de serlo, cobren un ingreso mínimo al llegar a la mayoría de edad, independientemente de si deciden trabajar o no en el mercado laboral. ¿Queremos que todo el mundo sea libre? Pues muy sencillo, repartamos el dinero que haga posible esa libertad, o al menos ayude a aumentarla.
¿El “esperanto” de la política económica?
Nacida en el ámbito académico, la idea tardaría tiempo en encontrar una masa crítica de defensores, más allá de los ambientes académicos, sobre todo del ámbito de la ética, la filosofía política, la economía y la sociología. En 2002 recibiría un importante espaldarazo con la fundación de la Red Global Renta Básica, una especia de Internacional de la Renta Básica, con uno de sus nodos más fuertes en España, y más concretamente en Barcelona. No obstante, la Renta Básica Universal, a la que a partir de ahora llamaremos RBU, bien podría haberse convertido en una especie de “esperanto” de la política económica, que agrupa a pequeños círculos de fervorosos creyentes, muy militantes y concienciados, pero totalmente desconectados de una sociedad que pasa olímpicamente de tan nobles aspiraciones universalistas. Sin embargo, y a pesar de su origen con olor a césped de campus universitario y tiza profesoral, la propuesta de la RBU sería abrazada a principios del siglo XXI con verdadero entusiasmo por un cierto sector del movimiento antiglobalización, si prefieren las definiciones a la contra, o altermundista, si son más de aquello que decía otro tipo apellidado “van”: “siempre positivo, nunca negativo”.
La Renta Básica Universal bien podría haberse convertido en una especie de “esperanto” de la política económica
Para esta nueva izquierda ecofeminista y defensora del “derecho a la pereza” teorizado por Paul Lafargue, el yernísimo de Marx, al que por cierto el revolucionario alemán nunca tragó, la renta básica suponía un tres en raya. Resolvía el siempre difícil equilibrio entre ecología y empleo, pues ya no hacía falta apostar por actividades económicas destructoras de la naturaleza por aquello de “¿Y si no de qué vamos a vivir?”. Empoderaba a las amas de casa dependientes económicamente de sus maridos. Aumentaba la libertad de los individuos, para autodeterminar sus vidas, conciliar, coger años sabáticos, rechazar curros de mierda, o pedir más dinero a sus empleadores por hacerlos. ¡Alehop! Por fin la RBU tenía grupos de activistas dispuestos a defender las propuestas fuera de los departamentos universitarios.
Por aquellos primeros días de los 2.000 también hacía furor en los movimientos sociales la propuesta de un impuesto a los flujos internacionales del capital: la llamada “Tasa Tobin”. De hecho, algunos de sus defensores relacionaban ambas propuestas: utilizar los ingresos recaudados por la Tasa Tobin para financiar una RBU.

A pesar de una cierta matriz académica común entre los partidarios de una y otra medida, hay que señalar que los defensores de la Tasa Tobin pronto lograrían organizarse en un movimiento con cierta implantación internacional, ATTAC, la Asociación por la Tasación de las Transacciones financieras y por la Acción Ciudadana, fundada en 1998, mientras que los de la RBU seguirían en las catacumbas universitarias o de algunos círculos activistas de cierto sabor autónomo, libertario o posmoderno, sea lo que sea ese palalabro. Círculos con una querencia poco disimulada por las consignas iconoclastas e incendiarias: “¡Abajo el trabajo!”!, “¡Dinero Gratis!”, “¡Pasta YA!” . Un sabor que siempre ha resultado desagradable, de hecho estaba pensado para eso, a una parte de las izquierdas más clásicas, que consideran la propuesta frívola y poco seria. Una OPA hostil del posmodernismo al movimiento obrero, la conciencia de clase y el sentimiento de comunidad que proporciona el trabajo. Un Caballo de Troya del liberalismo económico camuflado bajo los ropajes de una nueva izquierda chupiguay, marchosa y con ganas de comerse el mundo.
Renta Básica vs Empleo Garantizado
En España, el debate sobre la RBU ha sido siempre importante en el ámbito de la izquierda alternativa, e incluso de la socialdemocracia y más allá. Sectores del PSC y de ERC, Jordi Sevilla, ex ministro de Zapatero, e incluso algún verso suelto del mundo de los negocios han coqueteado con una idea que ha ido ganando con el tiempo defensores, quizá por aquello de que este país cuenta con un paro estructural que nunca desaparece, ni con los chiringuitos repletos de turistas ni con la línea del horizonte llena de grúas. Los españoles lo del pleno empleo lo conocemos solo de oídas, y los asturianos, bueno, otro día hablamos de eso.
En Asturies el Salario Social fue impulsado en 2005 por IU durante el gobierno con el PSOE de Tini Areces
También a principios de siglo XXI, al calor del debate sobre la RBU, algunas regiones españolas comenzarían a ensayar modelos de ayudas sociales sin límite temporal, pensadas para garantizar la supervivencia de las personas paradas de larga duración. Euskadi, durante los años de la exótica coalición entre PNV e Izquierda Unida, sería la comunidad pionera en establecer una modélica Renta Mínima para las personas sin ingresos, posteriormente imitada en Asturies y otras comunidades autónomas, pero sin la abundancia de recursos de la hacienda vasca. En Asturies el Salario Social sería puesto en marcha en 2005, por IU, en el marco de los acuerdos de gobierno con el PSOE de Tini Areces. Manuel García Fonseca “El Pole”, viceconsejero de Bienestar Social, uno de los “padres” del salario social asturiano, es además un conocido defensor y activista en defensa de la Renta Básica Universal.
Pablo Iglesias tuvo a bien juntar a ambos púgiles en su tertulia política “Fort Apache”, y por decirlo de una forma educada, digamos que, ejem, ejem, no hubo demasiada química entre ellos

La RBU tiene en España como más conocido defensor al profesor de la Universidad de Barcelona Daniel Raventós, que además es un peso pesado del movimiento a nivel internacional. Un viejo trotskista catalán, ex empleado de banca, y ex sindicalista de CCOO, que siempre se refiere a España como “Reino de España”, quizá porque es republicano, quizá porque le chirría tanto como a mi esa horrible expresión “Estado Español”. En el polo opuesto otro economista, Eduardo Garzón, miembro del PCE y de IU, y que opone a la RBU la idea del llamado “empleo garantizado”, es decir, la realización efectiva, con los medios económicos que sean necesarios, del derecho constitucional al empleo. Casi nada. Una especie de macro plan de empleo basado en la inversión pública, y orientado a la economía verde y el reforzamiento del Estado del Bienestar. Pablo Iglesias tuvo a bien juntar a ambos púgiles en su tertulia política “Fort Apache”, y por decirlo de una forma educada, digamos que, ejem, ejem, no hubo demasiada química entre ellos.
Y en esto llegó Revilla…
“Necesitamos una renta básica para este momento: ahora hay que gastar primero y preguntar después”
El presidente cántabro, siempre dotado de un sexto sentido para detectar el espíritu de los tiempos e ir con él, ha sido, con el inicio de la crisis del Covid19, una de las primeras celebrities españolas en subirse al carro de la renta básica. En una reciente entrevista, Miguel Ángel Revilla pedía un ingreso de 1.600 euros para todos los afiliados a la seguridad social, durante un periodo de tres meses, porque “el virus pasará, pero si no aplicamos esta solución… El virus económico prevalecerá y matará a más gente”. Preguntado sobre cómo financiar tal dispendio, Revilla aprovechaba para cargar contra otro dogma de la política hegemonónica reinante en la UE: el monetarismo y la ortodoxia en el control de la inflación. A la pregunta de “-Oiga, ¿y quién lo paga?”, el de Salceda respondía “El Banco Central Europeo. Ha llegado el momento de darle a la maquinita”. Otro personaje out of context defendiendo una Renta Básica de emergencia ha sido Toni Roldán. El ex secretario de programa de Ciudadanos, dimitido por sus desavenencias con el giro derechista de Albert Rivera, ya sorprendió a propios y extraños posicionándose en Twitter a favor del ala keynesiana del Gobierno, frente a la social-liberal y mucho social-liberal vicepresidenta económica Nadia Calviño. Hace una semana en una entrevista concedida a ElDiario.es Toni lo volvía a dejar claro: “Necesitamos una renta básica para este momento: ahora hay que gastar primero y preguntar después”. ¿Cuánto? Mil euros a cada española y español en edad de trabajar. El razonamiento de Roldán es de una lógica aplastante: ingresar a todo el mundo ese dinero reduce burocracia, unifica, simplifica y da esplendor a los diferentes subsidios, permite que la cosa fluya rápido, y el Estado ya recuperará el dinero adelantado cuando la gente haga la declaración de la renta. Según sus cálculos la medida supondría un 12% del PIB, que quedaría reducido a un 1% tras cobrar los impuestos. Más out of context subiéndose al tren de la Renta: Luis de Guidos. El anteriormente despiadado ministro de economía del PP, reconvertido ahora en número dos del Banco Central Europeo, sorprendía a propios extraños pidiendo a Alemania buena voluntad para afrontar la crisis económico-santitaria del Sur de Europa, así como una “renta mínima de emergencia”.
¿De la Renta Mínima de Cuarentena a la Renta Básica Universal?

La renta mínima de emergencia parece ser a día de hoy un punto de consenso entre partidarios y detractores de la RBU. Estos últimos ven necesario que por un periodo de tiempo el Estado proporcione un ingreso mínimo vital a todas las personas que no pueden acogerse ni a los ERTE, ni a las ayudas para autónomos, ni otros subsidios, como el pensado para las empleadas de hogar. Unidas Podemos llevaba en su programa la propuesta de un ingreso mínimo vital para todas las personas sin recursos, variable en función de los hijos o personas dependientes a cargo. La crisis económica ha dado ahora fuerza a sus posiciones dentro del Consejo de Ministros. España tendrá una renta provisional de cuarentena, una exigencia que también demandaban la PAH, Ecologistas en Acción, el Sindicato de Inquilinos y otras organizaciones sociales impulsoras de la campaña por un Plan de Choque Social.
Para Vincenç Navarro, en un país donde aún no tenemos dentista gratuito, hablar de la RBU, supone, “empezar la casa por el tejado”
Para los partidarios de una RBU, esta es la oportunidad perfecta para hacer un ensayo general que despeje miedos y pueda consolidar la medida una vez pasada la crisis sanitaria. Hoy por hoy la RBU en un se sentido estricto no existe en ningún lugar del mundo, si bien en algunas partes se han hecho ensayos, y en Alaska el Gobierno reparte a final de año un dividendo por los beneficios de las explotaciones petrolíferas. PODEMOS llevaba la RBU en su programa inicial, en 2014. Posteriormente abandonaría esta medida en su malograda búsqueda de la “centralidad del tablero”, si bien algunas voces heterodoxas como la de Juan Carlos Monedero seguirían reivindicándola. Hoy crecen los partidarios de volver a ella. La organización asturiana, concretamente su círculo de Pola de Siero, ya defendió en Vistalegre II el regreso de la RBU al programa de la formación morada. Recientemente el secretario general de PODEMOS Asturies, Daniel Ripa, reafirmaba en La Voz de Asturias su apuesta por la RBU “como parte de la necesaria reorganización igualitaria de nuestras sociedades”. La Asamblea Asturiana por las Rentas Básicas ha diseñado de hecho un modelo para su implantación gradual en nuestra comunidad autónoma.
Si la robotización del trabajo, la necesidad de una reconversión verde de nuestras economías o el empuje del feminismo, ya estaban dando alas a los partidarios de la RBU, la crisis provocada por el Covid19 ha supuesto un imprevisto espaldarazo. El tema está en las redes, y por primera vez parece debatirse en serio. El problema es el de siempre. ¿De dónde sale el dinero? Raventós y su equipo aseguran que con una reforma no radical del IRPF España podría tener una RBU. ¿Es factible en un contexto marcado por la cuantiosa factura que va a suponer el parón económico? El economista Vincenç Navarro, que no se considera un enemigo de la RBU, estima que antes de aplicar esta medida España debería pensar en solventar las enormes debilidades de su Estado del Bienestar, como la vivienda pública, el gasto sanitario o las escuelas infantiles. Para Navarro, en un país donde aún no tenemos dentista gratuito, hablar de la RBU, supone, como afirmaba en un entrevista de 2017, “empezar la casa por el tejado”. Sin embargo, ¿pueden esperar las personas que saldrán desempleadas del confinamiento a la construcción por los cimientos de ese Estado del Bienestar? ¿Ha llegado el momento de construir la casa por el tejado?