A Carmelo Luna poca le gente conoce por ese nombre en Xixón. Muchos más serán los que sabrán a quién nos referimos si hablamos en cambio de Carmelo Soho o MeloSoho, toda una institución desde hace décadas en las noches de Cimavilla. Hace poco Carmelo anunciaba en las redes que después de 28 años ininterrumpidos el Soho bajaba la persiana hasta nuevo aviso. Sin embargo, que el bar esté cerrado no significa que no haya facturas que pagar. Entre impuestos, renta y otras facturas el Soho cuesta a Carmelo más de 1.000 euros al mes sin generar ningún ingreso. Carmelo aguanta a la espera de tiempos mejores y porque en verano pudo poner terraza y la cosa funcionó muy bien. Los ingresos estivales le permitieron ponerse al día con la propiedad de la renta, que le había fiado, que no perdonado, los meses del confinamiento. Ahora sin embargo no ha podido negociar con ella una bajada del alquiler o un aplazamiento: “no hubo manera”. Mientras tanto paga la hipoteca de su casa, vive como puede, espera que la concesión de la ayuda de 400 euros para autónomos le permita pagar alguna factura y mantiene a un empleado en el ERTE a la espera de tiempos mejores. Su situación es la de miles de personas que en Asturies y en toda España viven de la hostelería nocturna, uno de los sectores más golpeados por la crisis sanitaria y las medidas para frenar la expansión del Covid19. Según datos de la Federación de Asociaciones de Ocio Nocturno de España, el sector está constituido por 25.000 empresas y genera más de 200.000 puestos de trabajo directos e indirectos: un 1,8% del PIB español.

Carmelo reclama para el sector volver a la situación de julio, cuando se permitió la reapertura de discotecas y bares de copas controlando aforos y con medidas de seguridad. Desde ABACO, la Asociación de Bares de Copas de Oviedo, señalan que sus asociados han sido totalmente responsables. “No tenemos ningún establecimiento sancionado” según José Reina, presidente del colectivo. Para Reina la voluntad de los bares de noche “es abrir una vez que pase esta segunda oleada, y con las directrices sanitarias que nos digan desde la administración”.

¿Hasta qué punto es la noche un espacio que ha favorecido la propagación de los contagios en esta segunda ola del virus? Según el reciente informe del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad sobre los focos de contagio desde la desescalada hasta el 15 de octubre, la hostelería en su conjunto, diurna y nocturna, ha sido la responsable de un porcentaje mínimos de los rebrotes y casos de Covid19: en torno a un 4%. En contraposición, las reuniones familiares y de amigos en domicilios privados lideran el ranking de los contagios en el ámbito social, mientras que los casos en mataderos y explotaciones hortofrutícolas lo hacen en el ámbito laboral. Según fuentes de la Consejería de Sanidad del Principado de Asturias consultadas para este reportaje habría que tomar con prudencia esas cifras, ya que muchas veces el origen de un contagio en un grupo de amigos no es tan fácil de detectar, ya que una reunión social puede desarrollarse un rato en una casa y otro rato en un bar o un restaurante. Desde las autoridades sanitarias se señala que cualquier espacio cerrado, con escasa ventilación y donde la gente esté sin mascarilla, siempre conlleva riesgos de transmisión del virus.
La hostelería apenas representa el 4% de los rebrotes según datos del Ministerio de Sanidad
A Waldo Valbuena esta crisis le pilla casi a punto de jubilarse. Regenta junto a un socio desde hace 28 años el bar La Barrina en el Oviedo Antiguo. Llevan siete meses cerrados y con pocas posibilidades de reabrir. Su calle es muy estrecha y no permite poner terraza, algo que ha sido un balón de oxígeno para otros locales especializados en el ocio nocturno. Su socio en la comunidad de bienes que es el local sobrevive con la ayuda de autónomos y él con un ERTE de unos 200 euros al mes. Han llegado a un acuerdo para no pagar el alquiler, pero les siguen llegando otros recibos: luz, agua… Para Waldo la hostelería nocturna se ha convertido en el chivo expitario de la crisis sanitaria. “¿No hay contagios en el Mercadona o las empresas del IBEX35 que siguen funcionando? ¿Solo se contagia la gente tomando copas?” pregunta este veterano de la noche ovetense, que no quiere ayudas, sino “volver a trabajar como hacía antes”. “Me da igual morir de Covid19 que de hambre” afirma Valbuena.

No todos los hosteleros lo ven igual. David Cuerdo, de La Salvaje, considera que no hay que perder de vista que estamos en una emergencia sanitaria, y que “tomar un cacharro no es un actividad esencial”. Para Cuerdo hace falta que el sector hable con una sola voz y presente un plan realista ante una situación muy difícil y complicada, porque detecta que si la pandemia se alarga es probable que también “cambien los hábitos de la gente, y su forma de entender el ocio”. En su caso sobreviven gracias al ERTE, a la terraza, que les permite mantener un mínimo de actividad, y a la compresión de la dueña de la propiedad. Se quejan de la actitud de las grandes empresas “apoyando como siempre”, y que no han dejado de pasar facturas de agua y luz. Para Cuerdo La Salvaje no es solo un bar de copas, sino sobre todo una sala de conciertos, y teme que lo que costó levantar a lo largo de 5 años con muchos esfuerzo, y sin pretensión de hacerse ricos, sino de mantener un espacio abierto a la música en directo en la ciudad, pueda venirse abajo.

La Generalitat de Catalunya ha aprobado esta semana una reducción del 50% de los alquileres para negocios afectados por las restricciones sanitarias. Aunque algunos hosteleros han llegado ya de forma particular a acuerdos similares o incluso mejores, la medida catalana sería positiva para otros que se han encontrado con propietarios inflexibles que se han negado a negociar rebajas. Una reducción de los alquileres, medida que a día de hoy divide al Gobierno de España, aliviaría la situación de la hostelería, pero sin resolverla. José Reina de ABACO cree que el Principado se resiste a tratarlos como un sector económico que genera cientos de puestos de empleo y considera que si el Gobierno de Adrián Barbón decide mantener las restricciones al ocio nocturno, los bares necesitarán un rescate: “ayudas económicas para evitar la quiebra, igual que se hace con otros sectores cuando entran en crisis”. Este verano Jose Caja, un clásico de la noche más alternativa ovetense escribía en Nortes que “nunca, como estos días de forzosa abstinencia nocturna, vemos tan clara la función social y humana que hacen los bares”. O se busca una salida para el sector, o podemos encontrarnos con que cuando podamos volver a salir a la noche quizá no tengamos donde hacerlo.