Debemos apoderarnos de nuestras historias, impedir que otros las distorsienen si las cuentan, desafiar la censura que no nos permite hacer el cuento o no nos deja hacerlo como se ha vivido.
La tía Lisa les pidió a los milicianos que la dejaran pasar por Peñaflor y ella siguió la ruta profunda de sus afectos desordenados a pesar de aquella guerra que no parecía que la afectara mucho